El Casademont Zaragoza se llevó un auténtico baño del Fuenlabrada, superior de principio a fin y en todas las facetas del juego (74-85). Después de 13 jornadas el equipo aragonés sigue siendo irreconocible, no mejora ni en defensa ni en ataque, no tiene claros los roles ni dónde poner los balones. Avanza la competición y el conjunto zaragozano no solo no mejora sino que camina peligrosamente al borde del abismo. Ya está metido de lleno en el lío por eludir el descenso.

Lo que se vio en pista fue preocupante. El ataque del Casademont sigue siendo indescifrable. Entre los dos cincos lanzaron dos veces a canasta, las dos Thompson, y el equipo lo fio todo al acierto que no llegó de Mobley y Okoye. Ponsarnau se la jugó con Cook y Yusta, después de tres meses lesionados, pero nada mejoraba lo que salía de la pista. Atrás tampoco hubo soluciones. Los tiradores del Fuenlabrada estaban solos muchas veces y, por dentro, Alexander hizo un roto.

La primera parte ya fue de mal en peor. El Fuenlabrada salió a la pista con mucha más intensidad en las dos zonas y poco a poco fue superando en todo a un Casademont aturdido, sin recursos, sin defensa, sin acierto. El conjunto aragonés buscó los triples de Okoye, pero el nigeriano estuvo muy desacertado, igual que Mobley. Las dos faltas en poco más de un minuto de Hlinason condicionaron aún más el juego interior del Casademont, que apenas existió.

Ni la entrada de Bone, ni la vuelta de Cook, ni los puntos de Yusta, ni dos bases, ni dos cuatros. Nada le funcionó a Jaume Ponsarnau, que tuvo que parar el partido dos veces antes del descanso pero ni aún así pudo evitar que la diferencia fuera creciendo y creciendo hasta convertirse en sonrojante ya antes del descanso. El Fuenlabrada percutía por fuera con los triples de cualquiera de sus jugadores y por dentro hasta con el joven Bagayoko para rondar la veintena de puntos antes del intermedio.

La afición empezaba a protestar. El marcador no era más que el resultado del pobre juego del equipo aragonés, que debía hacer más, muchísimo más, para cambiar su situación y no meterse en un lío. Cuando un equipo pierde por casi veinte sale tras el descanso con el cuchillo entre los dientes, que diría Darren Phillip. Pero no el Casademont Zaragoza. El equipo de Ponsarnau apenas varió nada, no puso más intensidad, no defendió mejor, y jugó para encontrar a Mobley, que apareció un poco al principio. Pero el Fuenlabrada no relajó su intensidad y respondió con puntos a cada canasta local para irse por encima de los 20 puntos.

El Casademont estaba recibiendo un auténtico baño en casa mientras Ponsarnau cambiaba y cambiaba, probaba y probaba sin que nada funcionara. Lejos de mejorar, el equipo aragonés fue todavía a peor. Sin respuestas, sin recursos, sin puntos, sin defensa, el Fuenlabrada siguió superándole en todo como si se tratara de un equipo de una categoría superior. No hubo ni amago de intento de remontada. Nada de nada. El partido lo finiquitó bien pronto el Fuenlabrada, dejando los últimos diez minutos para nada, para que la gente pudiera salir antes e irse a comer.

El último cuarto fue un rosario de faltas, acciones fallidas, más errores del Casademont y más canastas a placer para un Fuenlabrada que fue infinitamente mejor y se llevó con justicia un partido que dominó de cabo a rabo. El averaje era lo único que quedaba en juego y pudo maquillarlo un poco el cuadro zaragozano ante la relajación visitante. El Casademont se queda en una situación muy delicada en la clasificación y muy tocado anímicamente.

Así hemos narrado el partido en directo: