El uso de las fuentes ornamentales para el baño está prohibido en Zaragoza al igual que es delito comer en un establecimiento sin pagar, aunque leve, pero esta tipificado como una estafa en el Código Penal. Si en esto último incurre una vez sí y otra vez también menos le va a frenar refrescarse de esta manera en plena ola de calor Miguel Ángel Grimal Marco, conocido popularmente como el Rey del Simpa. Eligió la turística fuente de la Hispanidad de la plaza del Pilar que sedujo a Mick Jagger cuando visitó la capital aragonesa allá por el 2003 cuando los Rolling Stones dieron un concierto.

Fue el pasado fin de semana entre comida y detención a la que este pícaro del siglo XXI tiene a la Policía Nacional y Local acostumbrados. Antes de bajar la temperatura corporal en las aguas de la plaza del Pilar había salido del juzgado tras ser puesto en libertad. Después, tras secarse, acudió al restaurante Gastrobar 93, en la calle León Felipe, donde pidió un agua de litro y medio, un plato de Yakimeshi y otro de ternera con salsa de ostra. Cuando fue a pedir más platos un cliente le reconoció, avisó al bar y al no querer pagar por lo que había ingerido fue detenido.

Así puso fin a una semana en la que no pago ni un taxi y mucho menos un factura de de más de 91 euros en un restaurante japonés de la céntrica plaza de Los Sitios de Zaragoza. Allí se puso, tal y como dirían los taurinos, de tabaco y oro antes de ingresar en los calabozos de la Jefatura Superior de Policía de Aragón donde siempre cena y desayuna. Y así suma y sigue.

Esta última semana su forma de actuar parecía una puerta giratoria. Era detenido, pasaba la noche y en menos de 24 horas volvía al mismo sitio. Ha sido tal su actividad delincuencial que ni se ha movido de la zona, todos los restaurante en los que se ha sentado y ha pedido de comer estaban en la zona del Actur, a escasos metros del Juzgado de Guardia. Que por cierto, según fuentes consultadas, cuando no le dan de comer en los calabozos de la sede judicial protesta y de ahí que se vaya cerca.

Y con toda esta intensa actividad ya ha sumado nada menos que 60 antecedentes. El último arresto de estas características fue este domingo. Nada más salir del juzgado de guardia tras ser puesto en libertad por el magistrado titular del Juzgado de Instrucción número 9 de Zaragoza acudió al bar El Dulce Bocado, de nuevo a escasos metros de la Ciudad de la Justicia de Zaragoza. En la mano su última sentencia impagada por almorzar y no abonar 26 euros que comió en un Café y Té de este mismo barrio.

Ni 24 horas antes y con una condena de 540 euros por no pagar una ensalada César «con mucha salsa» en la popular hamburguesería Cebrián recorrió unos metros hasta la calle María Echarri, donde entró en el bar Tozal. Allí comió, no abonó la cuenta y volvió a ser arrestado, durmiendo, cenando y desayunando en los calabozos.

Pese a que pide una gran cantidad de platos, vino y hasta copa para acompañar el postre, nunca excede de los 400 euros y, por ello, el Código Penal establece que su forma de actuar es un delito leve de estafa que debe ser castigado solamente con el pago de una multa de uno y tres meses y cuyo importe depende de los ingresos de los condenados y que, en caso de no pagar, la ley recoge la aplicación de penas de un día de prisión por cada dos cuotas no pagada. Y es que en este tipo de delitos no está contemplado que el autor ingrese en la cárcel de forma preventiva.

Como Grimal Marco no tiene ningún bien a su nombre que poderle embargar y tampoco abona esas cantidades, llegará un día en el que un juez acuerde su inmediato ingreso en prisión para así conmutar la pena económica que le habían puesto sus compañeros.