SUCESOS EN ARAGÓN

Miguel y Jonathan: salvavidas casi a domicilio

Dos agentes de la Brigada de Seguridad Ciudadana salvaron la vida a tres personas en apenas 24 horas

Uno quería suicidarse, a otro le acuchillaron y al tercero le estamparon un vaso

Jonathan y Miguel, agentes de la Brigada de Seguridad Ciudadana de la Jefatura Superior de Policía de Aragón, en las dependencias de General Mayandía.

Jonathan y Miguel, agentes de la Brigada de Seguridad Ciudadana de la Jefatura Superior de Policía de Aragón, en las dependencias de General Mayandía. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA

«Nosotros siempre llegamos los primeros a las intervenciones porque siempre estamos en la calle», dice un policía nacional de nombre Miguel. «Cuando estás en la calle es porque tienes vocación de ayudar a la gente», añade su compañero Jonathan. Son las palabras de dos agentes de la Brigada de Seguridad Ciudadana de la Jefatura Superior de Policía de Aragón que patrullan a diario las calles de Zaragoza. Y, más allá de sus labores de prevención y de detención, hay otras acciones como la humanitaria que les permiten erigirse como protagonistas –«¡no somos superhéroes, eh!», reiteran– de vez en cuando. En poco más de 24 horas salvaron la vida de tres personas en situaciones muy diferentes, pero límites en todo caso. El primero se quería precipitar a las vías del tren, el segundo fue acuchillado en la calle Delicias y, al tercero, le reventaron un vaso de cristal en la cara.

La primera llamada a la sala de emergencias del 091 les comisionó el pasado 22 de diciembre por una tentativa de suicidio a las afueras de la capital aragonesa. «Un maquinista llamó al 091 porque había visto en el camino de La Raya a un hombre subido encima de la barandilla del puente», se arranca Miguel. «El artista fue él (por Miguel)», le anima Jonathan. «No quería hablar con nosotros. Me apagué el equipo, pasé por el otro lado del puente y le gané la espalda. Como no entraba en razones y se iba a tirar, le agarré y le tiré dentro del puente», recuerda Miguel. Mientras tanto, su compañero Jonathan ya había puesto en práctica todas las claves para actuar ante este tipo de situaciones: iniciar la escucha activa y establecer un punto de encuentro para que la víctima encontrara «un ancla en la vida». Lo consiguieron.

Al día siguiente, en torno a las 22.30 horas, se desplazaron hasta la calle de Delicias porque un joven yacía en el suelo con cuatro puñaladas. «Lo tenían echado bocarriba, llevaba un plumas y bastantes capas de ropa», relata Jonathan. «Presentaba dos puñaladas en la espalda y una era bastante importante a la altura del omóplato. Se estaba ahogando y vimos que era una herida vital», completa Miguel. «Le pusimos un parche hemotórax encima de la herida para evitar que le entrara aire», aplaude su compañero. Pero había más. Una herida en el muslo derecho obligó a practicarle un torniquete y fue entonces cuando dieron por estabilizada a la víctima.

Jonathan y Miguel, a las puertas de la Jefatura Superior de Policía de Aragón.

Jonathan y Miguel, a las puertas de la Jefatura Superior de Policía de Aragón. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA

Y, sin tiempo para respirar aliviados, se trasladaron a un pub del centro porque un joven le había roto un vaso a otro en la cabeza. «Era una herida muy grave en el cuello porque estaba afectado un vaso principal. El herido sabía que estaba herido y de gravedad», rememora Jonathan. Tanto es así que, ya en el hospital, requirió de medio centenar de puntos de sutura.

Estas tres actuaciones estuvieron marcadas por una vocación de servicio al ciudadano que tanto Miguel como Jonathan elevan a diario a su máxima expresión. Primero, por su dedicación y, segundo, porque su vocación e interés por la profesión les lleva a contar con un kit sanitario que va más allá de los instrumentos básicos de primeros auxiliarios. Tampoco dejan pasar la oportunidad de reivindicar la importancia de asistir a cursos especializados –«esto es el futuro»– sobre una medicina que viene «del ámbito familiar». «Todos los días hay servicios humanitarios. ¡La seguridad ciudadana engancha!», exclama Miguel. «Son momentos duros y el compañerismo es fundamental», finaliza Jonathan.