Mullova y amigos, dedicados a lo mejor del repertorio

INTERPRETES: Mullova Ensemble

PROGRAMA: Strauss y Schubert

LUGAR: Sala Mozart del Auditorio

FECHA: Lunes, 25 de noviembre

ASISTENCIA: Lleno

A Viktoria Mullova, como a otros grandes violinistas que a la vez son excelentes músicos (no es tan obvio, no todos lo son), hacer de solista se le ha quedado pequeño enseguida. Por eso, la violinista rusa ha juntado a un grupo de experimentados intérpretes en un proyecto común, el Mullova Ensemble, dedicado a disfrutar de las abundantes maravillas del repertorio camerístico. Aunque su visita a la Temporada de Grandes Conciertos de Otoño se preveía como uno de los buenos momentos de la serie, la realidad superó cualquier expectativa. La velada fue arrolladora, una de las mejores imaginables en su género.

La primera parte se centraba en una versión preliminar para septeto de las Metamorfosis de Richard Strauss (el compositor bávaro realizó poco después una versión definitiva para veintitrés instrumentos de cuerda). Al final de los catastróficos años de la Segunda Gran Guerra, Strauss responde al horror con veintipico minutos de música honda y angustiada, que combina una escritura extremadamente densa con un lirismo que no puede dejar indiferente. Los miembros del Mullova Ensemble convirtieron su lectura en un prodigio, tanto en compenetración como en calidad de sonido y variedad dinámica.

Y la segunda parte fue todavía a más. Porque el Quinteto en Do mayor de Schubert son palabras mayores, por ser una de las mejores obras de su autor y uno de los puntales del repertorio de cámara, tal es el inagotable caudal de ideas musicales y el espectro de las emociones desarrolladas. Viktoria Mullova y los suyos atacan estas difíciles líneas con una vitalidad y un nervio insuperables. Todo estuvo perfectamente en su sitio y los constrastes anímicos logrados ponían la carne de gallina.

En casi una hora de música, Schubert tiene continuamente algo nuevo que decir y sólo espera que los intérpretes lo entiendan y lo expliquen . Los de ayer pasaban de la desolación a un rudo rusticismo con facilidad, dejando que sus instrumentos cantaran y que nunca un buen tema quedara tapado o pasara de largo sin más.