Lo de Carlinhos Brown con Pirineos Sur es toda una historia de amor. Le gusta el festival (lo ha definido como el mejor de Europa), en el que ha actuado en tres ocasiones, y establece con el público que acude a verle cada vez que llega al Auditorio Natural de Lanuza una relación catártica. Con el público y con el entorno: en su concierto de la edición del año 2001 no sólo se sumergió en las aguas del pantano; también ejerció de Juan Bautista moderno, purificando en remojo a cuantos se sintieron con ánimos de acompañarle en ese bautismo colectivo.

El sábado pasado, en su última visita a Pirineos Sur, realizó otra inmersión antológica, y, sin dejar de cantar y de exhortar a la parroquia (4.500 espectadores) a un ecumenismo solidario, depositó rosas sobre el lecho húmedo sobre el que se asienta el escenario. Todo un tributo a los elementos naturales, a los que el músico siempre recurre.

Carlinhos, que cuando deja latir su vena más funk arrima a lo latino la energía de un James Brown y la vitalidad de un Sly Stone, es especialista en hacer confluir en sus conciertos el espectáculo callejero, la prédica mística y el ritualismo sincrético. El sábado, en ese sentido, no defraudó. Llegó a Lanuza transmutado en Carlito Marrón, o lo que es lo mismo: su acercamiento al sentimiento caribeño. El Caribe, al igual que su país natal, le proporciona no pocas dosis de mitología africanista. Como exegetas de los orishas, pero pasados por Marte, salieron al escenario Brown y sus músicos. La ceremonia comenzaba.

Musicalmente, en tres frentes: desde la costa afrocubana, con las percusiones zumbando; desde los terrenos más acústicos y tranquilos, y desde la negritud funk-tropicalista, con la que removió hasta los satenes y las licras más dormidas. Sin duda, su objetivo en este tercera visita a Pirineos Sur era ofrecer todas sus caras sonoras. Por eso organizó un programa con piezas de Carlito Marrón , su disco más reciente (Aganju, My Honey, Cumbiamoura, I Wanna Lu, Juras de samba y la canción que titula el álbum; con canciones de Bahia do mundo: mito e verdade (Lagoinha, Shalom, Pegadas na areia ), Omelete Man (Soul, By Soul ) y Alfagamabetizado (A namorada y Argila ). Y para completar el repertorio, Velha infancia y Ja sei namorar , del álbum Tribalistas , que registró con Arnaldo Antunes y Marisa Monte; Barabare , una delas cuatro piezas con las que participó en Brasileiro , el disco que Sergio Mendes editó en el año 1992; Uma Brasileira , creación suya y de Herbert Vianna, que grabó Paralamas do Sucesso, Sou de paz, Dandalunda y una revisión de Blem, blem, blem , de Chano Pozo, percusionista que fue de Dizzy Gillespie.

SUR O NO SUR

Antes de que Carlinhos Brown embrujara a los fieles, Kevin Johansen triunfó en su lucha contra la lluvia, que a punto estuvo de arruinar la noche, y la inquietud de los espectadores por recibir la bendición del brasileño. Kevin, que llevaba en su grupo al histórico y estupendo batería Zurdo Roitzner, es un tipo de fina ironía y gran talento musical, que pasea por Latinoamérica a Leonard Cohen , Kevin Ayers y Serge Gainsbourg, entre otros. Cantó piezas de sus álbumes The Nada y Sur o no Sur , y convenció, vaya si convenció.