TITULO: Atrapad@s. Concurso de Arte en la Red del Ayuntamiento de Zaragoza.

LUGAR: Palacio de Montemuzo.

FECHAS: Desde el 18 de mayo al 11 de julio.

HORARIO: De martes a viernes de 10 a 14 y de 17 a 21 horas. Festivos de 10 a 14 horas. Lunes cerrado.

Proximidad y difusión a través de Internet de obras sorprendentes y audaces. La creación artística disfruta de las ventajas de la globalización y aprovecha la rapidez, la accesibilidad y la sencillez del ciberespacio para mostrar que el arte no conoce fronteras. Y ahí están, sacadas de la red, en las paredes de las salas de Montemuzo obras como Solo mía de Adela Fumagelli que representa un cuerpo de mujer sin rostro, con los pechos y el sexo crucificados y una rosa con su tallo como columna vertebral.

Todos los rasguños y hematomas del maltrato están en ese cuerpo emborronado y doliente. O la colección de ojos desparejados que Miguel Soler impresiona con láser en las etiquetas de unos botes quirúrgicos colocados en círculo. Ojos sueltos que expresan emociones o que sólo miran, brillantes ventanas conectadas a cerebros humanos desde esos frascos.

La colección se llama Atrapados, con la segunda a con una arroba. Pero las obras, liberadas de la red se expresan y discurren libres como el río claro que traza la curva de Vadorrey ante una ciudad sonámbula (Ebro 2004 , de Fernando Sánchez Arribas). O las secuencias y ritmos de barcos lejanos sobre el mar, en Repiten las olas , de José Garrido. Una paloma puede ser sólo una explosión de plumas, de trazadas blancas aventadas sobre negro (Carmen Bengoechea).

Y dos bombillas, cóncava y blanca la una (on) y la otra convexa y negra (off), dialogan sobre una plataforma de madera por obra y gracia de Miguel Angel Gil Andaluz.

Los colores pueden quedar atrapados en un frasco (Isabel Seco) y una figura corpórea puede ser captada por una cámara en el momento en que levita y proyecta su sombra sobre el lienzo de la mesa (José Manuel González Martín).

Pero Lo esencial es invisible para los ojos señala Cristina Pérez Huarte en un dibujo al lápiz carbón que representa a Charlot con un niño en los brazos y mirando de frente con unos ojos infinitamente humanos. Ojos inquietos, nerviosos y soñadores como los que desde la serie de los frascos quirúrgicos parecen pedir auxilio.