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REPORTAJE

China se viste de luces

China se viste de luces

La ciudad china de Shanghai se vistió de luces para acoger, ayer, la primera corrida de toros celebrada en China. Con gran curiosidad, un público de ojos rasgados vivió entusiasmado la fiesta española que tanto interés y admiraci²n despierta fuera de las fronteras del país. Fue a la usanza tradicional, pero con características chinas. No hubo bota de vino, orejas ni rabos en el estadio de Yangpu, adaptado como coso taurino para la ocasión. Ni siquiera té verde. Pero si ciertos nervios, gritos de entusiasmo y temor entre un pueblo poco acostumbrado a tanta bravura. Sacaron los pañuelos, pero no se atrevieron a gritar "¡olé".

Tres de la tarde. La fiesta comenzó con un breve concierto de pasodobles y un espectáculo flamenco con bailaores chinos, algo digno de ser visto por un público español, que no daría crédito a lo que sus ojos tenían delante. El primero en salir a la arena fue el burgalés José Ignacio Ramos. Tuvo que romper el hielo de un público curioso e intrigado, pero totalmente desconocedor del arte del toreo. Por fortuna, los organizadores lo habían previsto todo. Un locutor, micrófono en mano, fue explicando en mandarín lo que acontecía en el tendido. Pronto los shanghaineses se familiarizaron con los banderilleros, los rejoneadores y el diestro típicos de una plaza de toros.

La fiesta comenzó. "Lo que más me gustó fueron las piruetas de los matadores, el baile con el toro, la cercanía de la bestia", dijo un espectador. El ecuatoriano Guillermo Albán se consagró al coger los cuernos del animal, ante las miradas atónitas de los espectadores. Unas 8.000 personas --60% del aforo-- seguían ansiosas los pases, de frente, de espaldas, de rodillas. Y admiraron al torero frente al toro bravo, o touniu, como se dice en en el idioma chino.

PUBLICO DIRIGIDO

Risas de nerviosismo y exclamaciones ante tanto riesgo dieron paso al entusiasmo del público, animado por el locutor parlanchín: "Si os gusta el espectáculo, sacad los pañuelos blancos".Y los pañuelos salieron. El madrileño Iván García fue el más aclamado. Tuvo de su parte a una afición ya caliente todo lo que le había precedido. Pero algunos se marcharon antes de que terminara la corrida. Los tres toreros salieron de la plaza a hombros de sus cuadrillas y repartieron, generosos, muletas entre los espectadores, que se pelearon por cogerlas.

"Faltó solemnidad", según un español que se encontraba entre el público. Parece que los chinos no acabaron de entender el complejo arte del toreo y no es para menos, dada la tradición que encierra tras de sí. Se reían a destiempo, y gritaban "oooooh", en vez del típico "¡olé!". Pero se divirtieron como chiquillos con la lidia de los tres astados mexicanos de la divisa de Mariano González. No murieron en el ruedo, sino que serán ajusticiados fuera. "Tenemos que tener en cuenta las costumbres y tradiciones de los pueblos orientales", justificaron los organizadores. Además, la ley china prohíbe matar a los animales "de forma inhumana". Otra ley, sanitaria, obliga a quemar las reses.

La logística fue "muy complicada", reconoció Gabriel de la Casa, el coorganizador español. Lo peor, el traslado de los toros: casi 50 horas en avión, haciendo escala en Fráncfort. ¿Se unirá China en el futuro al planeta taurino? Nadie se atreve a aventurar. De momento, mañana se repetirá el cartel en una segunda corrida. Las ciudades de Wuhan, Cantón y Chengdu ya han pedido que se repita.

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