Si los zaragozanos no van al Museo, las obras de arte tendrán que buscar a los ciudadanos. Así, la dama de Elche, la reina Mariana, la infanta Margarita, la gran odalisca de Ingres, los colosos y hasta 17 esculturas monumentales podrán verse hasta el 28 de agosto en el Paseo de la Independencia, entre las calles Zurita y Bruil. Podrán verse y, sobre todo, tocarse porque además de su espectacularidad visual, quizá ésta es mayor cuando se ven las imperfecciones del material utilizado --bronce y hierro-- que las hacen más naturales.

El alcalde Juan Alberto Belloch fue el encargado ayer de inaugurar esta peculiar exposición con un paseo por entre las figuras, acompañado por Pilar Alcober, concejala de Cultura del Ayuntamiento de Zaragoza; Raúl Marqueta, delegado general de la Caixa en Aragón, Navarra y La Rioja; Lluis Reverter, secretario general de la Fundación la Caixa; Caterina Toscano, comisaria de la muestra y casi un centenar de ciudadanos que quisieron unirse a la comitiva y que desde hace varios días se preguntaban qué se escondía bajo esos telares de la Caixa.

El autor, Manolo Valdés, "el artista español vivo más internacional", según Alcober, no estuvo en la presentación porque en los próximos días inaugurará una exposición en San Petersburgo, aunque según indicó Reverter "le hacía mucha ilusión venir tanto a la inauguración como a la Expo".

OBRAS QUE "HACEN AMIGOS"

La comisaria de la exposición calificó a Valdés como un "pintor caníbal" porque "absorbe" las obras contemporáneas, las "escudriña las imágenes para luego trabajar sobre ellas", primero desde el dibujo y la pintura para luego moldearlas en tres dimensiones. De ahí surgen estas estatuas "que parece que bajan del pedestal con la voluntad de hacer amigos" entre los paseantes. Entre las esculturas monumentales abundan las "referencias a la historia del Arte, a Matisse y, sobre todo Velázquez".

Para esta exposición en Zaragoza, el autor ha recopilado otras que ya se han mostrado y creado cuatro para la ocasión, las grandes cabezas con tocado; todas ellas para representar "la belleza, la emoción y el valor de las creaciones del espíritu humano". Por eso destaca la gran Dama de Elche, donde el dinamismo del tocado choca contra el rostro tosco, casi sin rasgos; al contrario que los colosos, cada uno con un sombrero diferente que remiten a las esculturas tutelares que se erigían en la entrada de las ciudades como un elemento de identidad y protección.

En esa voluntad de hacer amigos que tienen las Meninas, las irenes o lydias, también hizo hincapié Lluis Reverter, que destacó la capacidad de "transmitir emociones" --a pesar de sus escasos rasgos-- de estas obras, hechas para "tocarlas". Raúl Marqueta, por su parte, aseguró que el programa Arte en la Calle sirve para "engrandecer más " la ciudad durante la Expo y a "hacer más accesible el arte a todos los ciudadanos", así como convertir las calles en un "Museo a cielo abierto".