Veinticuatro horas no han sido suficientes para superar la conmoción y el duelo; sí para empezar a aventurar qué parte de lo que se avecina tras la muerte de Michael Jackson será un espectáculo triste. No hay experto legal que no prevea una intensa batalla legal por la custodia de sus tres hijos y el velo que ha mantenido en un opaco plano sus estrambóticas finanzas está a punto de caer.

La madre de Jackson, Katherine, sonaba repetidamente ayer como posible responsable de los menores: Prince Michael Joseph, nacido en 1997; Paris Michael Katherine, un año menor y Prince Michael II, nacido de una madre de alquiler en el 2001. Pero queda la opción --muy viable-- de que Debbie Rowe, la enfermera brevemente casada con Jackson y que concibió por inseminación artificial a los dos primeros hijos, reclame a sus vástagos. Se especula también con que pueda sumarse a la batalla Grace Rwaramba, una mujer de 42 años que trabajó para el artista dos décadas.

A la custodia no le faltan implicaciones económicas. Las finanzas del rey del pop eran extremadamente turbias. Nadie puede poner la mano en el fuego al identificar sus deudas. Algunos hablan de 200 millones de euros, otros doblan la cifra. Lo seguro es que en los últimos tiempos Neverland le había sumergido en números rojos y onerosos acuerdos con bancos y firmas de inversión que, a cambio de brutales intereses, le ayudaron con préstamos a no tener que vender la propiedad.

En el capítulo de activos, el principal es el catálogo musical de ATV, con 251 canciones de los Beatles, que compró en 1985 por 34 millones de euros. Jackson vendió una década después la mitad de esa propiedad a Sony por el doble de precio que él había pagado por todo, y ahora se estima que el valor del catálogo puede superar los 700 millones de euros. Se dice que podría haber dejado su parte a Paul McCartney, acabando con su muerte una disputa que oscureció su relación.