"Si no se arriesga, no se puede hacer nada". Esta es la filosofía cinéfila de Agustí Vila, que después de conquistar el festival checo de Karlovy Vary ayer vio cómo la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci) concedía la Espiga de Plata a su atrevidísima película La mosquitera. Sin embargo, el máximo galardón del certamen, la Espiga de Oro, fue a parar a una cinta que no esconde su vocación comercial: el thriller Sin retorno, ópera prima del argentino Miguel Cohan. El galardón fue ex aequo con Copia certificada, del cineasta más reputado de Irán, Abbas Kiarostami.

INCESTO Y MALTRATO La mosquitera, producción de Lluís Miñarro que se estrena este viernes, es una de las pocas películas que ha arrancado sonrisas en la Seminci, con una sección oficial consagrada al drama. Pero no porque se trate de una cinta divertida sino porque lo que cuenta es tan duro que la risa es la única vía de escape. El guión toca el incesto y los malos tratos. Habla de lo difíciles que son las relaciones humanas, de lo perdidos que estamos en el mundo, de lo poco que sabemos educar a nuestros hijos. Arranca risas aunque, en el fondo, la reacción del público debería ser la de gritar o llorar. El jurado ha reconocido, además, el enorme trabajo de Emma Suárez, que da vida a una perdidísima madre de familia.

EL VETERANO CHRISTENSEN El premio a la mejor interpretación masculina no recayó en el compañero de reparto de Suárez, el siempre estupendo Eduard Fernández, sino en el veterano actor danés Jesper Christensen (En familie). Su nombre también se impuso al de Leonardo Sbaraglia, que sonaba fuerte por Sin retorno. La película hispano-argentina salió muy reforzada del festival a pesar de que nadie confiaba mucho en que estuviera en el palmarés. Lo estuvo y de qué manera. Se llevó la Espiga de Oro (compartida, eso sí, con la última obra de Kiarostami) y el premio de la crítica internacional. Sorpresa mayúscula.

El thriller también conquistó el galardón al mejor director novel, Miguel Cohan, un cineasta que ha trabajado como asistente de Marcelo Piñeyro (Plata quemada). Gracias a una beca, Cohan escribió junto a su hermana, Ana, el guión de Sin retorno. Luego se atrevió a dirigirla. "Es mi primera rueda de prensa, es mi primer festival", confesaba, humilde y nervioso, el pasado miércoles al presentar la cinta a los periodistas.

Como dijo su productor, Gerardo Herrero, Sin retorno es una película "no minoritaria que busca tener público". Se trata de un thriller en el que Sbaraglia es acusado injustamente de un atropello mortal mientras que el verdadero culpable se esconde en los protectores brazos de papá y mamá.

La lectura del palmarés dejó un regusto a cierta injusticia porque la gran película de la Seminci, que se estrenará en febrero, pasó bastante desapercibida. Incendies, un drama ubicado en el Líbano, que encoge el alma y que versa sobre la identidad, la guerra y el odio, se tuvo que contentar con el premio al mejor guión y el del público. No está mal, pero merecía mucho más. María Botto, miembro del jurado, reonoció que Incendies estuvo "entre las más discutidas", aunque se defendió argumentando que en las deliberaciones no hubo "amiguismos ni egoísmo personal".