Unidos por el fallecimiento de su hija, Mitch y Janis Winehouse visitaron ayer el lugar donde Amy fue hallada muerta el sábado. Cogida de la mano y acompañada por Alex, el hijo de ambos y hermano de la cantante, la pareja no pudo reprimir los sollozos al leer los poemas y las notas de despedida que los fans de la artista han depositado en Camden Square.

Janis había almorzado con Amy la víspera de su fallecimiento y la encontró según reveló "completamente ida". Ella misma pensó que la muerte de su hija "era solo cuestión de tiempo". Así y todo, el shock ha sido enorme. "Todavía no he asimilado su desaparición", afirmó ayer, mientras fotografiaba con el móvil, a modo de recuerdo, los cientos de ramos de flores, dibujos y pequeños juguetes, con que los admiradores han querido rendir un homenaje espontáneo a su ídolo.

Mitch, que supo de la fatal noticia cuando se hallaba en Nueva York, tampoco pudo resistir la emoción. "Todo lo que a Amy le importaba era el amor. Toda su vida la dedicó a su familia y a sus amigos. Estamos destrozados", acertó a decir con la voz rota por el llanto. Mitch había acompañado frecuentemente a la artista en viajes y giras y conocía a muchos de los reporteros y fotógrafos presentes en el lugar. "A muchos de vosotros os conozco y estoy agradecido de veros aquí", les dijo. "Y a vosotros también", afirmó, dirigiéndose a los fans que se hallaban en el lugar, "no os puedo decir lo que esto significa para nosotros. Realmente nos hace todo algo más llevadero".

La plaza, justo enfrente de la casa donde vivía la cantante se ha convertido en un lugar de peregrinación. Ayer pasaron por allí miles de personas, que no se resignan a la pérdida. "Era única. Por su voz y por su personalidad. Alguien irrepetible. Maravilloso", decía una joven con los ojos enrrojecidos. Y si unos dejaron para Amy velas y ositos de peluches, otros prefirieron rendirle homenaje con botellas de cerveza, de vino y de vodka.