Una joven pelirroja que sobrevive en la edad de las cavernas, una perturbadora historia de amistad adolescente y convivencia familiar, la experiencia de recuperarse tras un accidente de moto o la odisea de compartir piso en Barcelona. Cuatro historias --dos son ficción, dos autobiográficas--, originales óperas primas de cuatro mujeres, todas jóvenes --nacidas en los 80--, todas con premios que las reconocen como nuevos talentos, que en los últimos meses han enriquecido la cantera del cómic nacional. Sus nombres: Mireia Pérez, Lola Lorente, Cristina Bueno y Camille Vannier (una francesa con un pie en Barcelona y otro en París). Sus debuts, respectivamente: La muchacha salvaje, Sangre de mi sangre, Sostres y El horno no funciona.

Ellas son la prueba de que ya va siendo hora de que ser mujer y dibujante no sea noticia en un mundo tradicionalmente frecuentado por hombres como es el cómic, y en el que cada vez más se abren paso más artistas noveles. En ello, apunta la valenciana Mireia Pérez, "vienen realizando una importante labor varias editoriales que publican a autores jóvenes independientes. Es el caso de Astiberri, o más recientemente Sins Entido o Bang, que apostó por José Domingo y su Aventuras de un oficinista japonés y se llevó el premio del Salón del Cómic de Barcelona".

PREMIOS Y BECAS Para Pérez, que con La muchacha salvaje ganó el Premio de novela gráfica Fnac-Sins Entido, la presencia de la mujer en el cómic es, por suerte, "un reflejo de lo que viene pasando en otros niveles. Ya no tenemos miedo a sentirnos iguales". Y ahí están, aprovechando becas y presentándose a premios --con la crisis cada día más escasos-- que, en el caso de Pérez y de la alicantina Lola Lorente --autora revelación del salón de Barcelona por Sangre de mi sangre (Astiberri)--, les han proporcionado unos meses de impagable inmersión en la meca europea del cómic, la Maison des auteurs, en Angulema.

¿Consejos para debutantes? "Es importante disfrutar con tu trabajo e ir desarrollando tu estilo. Pero también enseñarlo, en fancines digitales por ejemplo, porque de ahí pueden salir proyectos --cuenta Lorente--. Mi libro surgió de mis historias cortas para el fancín Enfermo".

Coincide con ella Pérez, asidua bloguera y con trabajos en el fancín El estafador: "Importa la disciplina, la insistencia, la curiosidad por conocer a otros autores y no tener miedo de enseñar lo que haces y compartirlo con ellos y con editores, sea en internet o en salones de cómic, como Getxo o Barcelona. Es un mundo pequeño y accesible donde todo el mundo se conoce".

La barcelonesa Cristina Bueno, con Sostres (EDT), título que alude a los "techos de la ambulancia, del quirófano, del hospital, que no tenía más remedio que ver tras el accidente de moto", ganó el concurso Carnet Joven, que ha descubierto a talentos como Aleix Saló.

También lanzada está Pérez, que como Lorente, estudió Bellas Artes en Valencia. Además de la segunda parte de La muchacha salvaje, ya prepara nueva obra: "El título es Una zorra de siete tetas y lo publicará Caramba Cómics, que en su web seguirá el minuto a minuto del trabajo, como si fueran unos extras del libro".

Lorente (en el 2006) y Pérez y Vannier (en el 2010) tienen ya premios Injuve del ministerio en su haber. En El horno no funciona Vannier toma el ejemplo de "sencillez" de su admirada compatriota Aude Picault para mostrar en pinceladas a sus 15 compañeros de piso, del adicto al deporte en la tele que practica "el sofá-cerveza-patatas", a los enganchados a Lost, el tiquismiquis o la fan del incienso. ¿Y con la crisis galopante? Como dice Lorente, "lo difícil es no tirar la toalla", pero sobre todo, trabajo y perseverancia.