ARTISTA Lindi Ortega, presentando

'Faded Gloryville', su nuevo disco

LOCAL Centro Musical Las Armas

FECHA viernes, 19 de febrero

ASISTENCIA algo más de 100 espectadores

El periodismo de urgencia y hoja de promoción que tanto abunda en la red de redes se empeña en presentar a la canadiense Lindi Ortega como una mezcla de Dolly Parton, Johnny Cash y Emmylou Harris. ¡Casi nada, oiga! La realidad es mucho más prosaica y nos muestra a una cantante con una voz peculiar, sí, que tiene que aprender a controlarla en directo, una actitud entre chica que nunca ha roto un plato y artista de la pista en un bar de camioneros del Nashville, y un puñado de influencias musicales que pasan por los aires de frontera, el country, el pop y el rocanrol de pioneras como Cordell Jackson, Wanda Jackson, Brenda Lee y Lillian Briggs.

La propuesta de Lindi, mucho más sólida en disco que en directo, es atractiva y resultona, pero globalmente está lejos de encuadrarse en el trabajo de los grandes nombres citados al principio. También se dice de ella que es la revelación del nuevo country. Bueno: desconfiemos de algunas afirmaciones tanto como de determinadas novedades, y aclaremos primero algunas taxonomías. Quiero decir que un concierto de Lindi es una apuesta (corta, de poquito más de una hora), en la que su oferta fluctúa tanto como el interés del espectador. Más resuelta y con más solidez en las baladas (en ocasiones puede recordar a Miss Lily Banquette), la canadiense conforma unos directos irregulares, especialmente vocalmente hablando.

El viernes llegó a Las Armas a acompañada por un trío solvente (guitarra, bajo y batería), en el que el guitarrista brilló especialmente. Armó el repertorio con canciones de Faded Gloryville, su disco más reciente (Run-Down Neighbourhood, Half Moon, I Ain't The Girl, When You Ain't Home, Run Amuck, Tell It Like It Is, Ashes...) y piezas de grabaciones anteriores (Angles, Lived And Died Alone, Tin Star...), y cubrió a medias las expectativas que habíamos depositado en ella. Lindi tiene 35 años, lleva en danza musical desde 2008, y cuenta con cuatro álbumes: edad, tiempo y material suficientes para que facture actuaciones mucho más perturbadoras que la ofrecida el viernes en Las Armas. Claro que, mientras la literatura musical de ficción le sea favorable, puede seguir si no dando gato por libre, sí lince por caribou.