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Estreno cinematográfico adelantado

Apocalipsis primate

La película conjuga el espectáculo visual con una profundidad alejada del puro ‘blockbuster’ veraniego. Matt Reeves firma con ‘La guerra del planeta de los simios’ un cierre de lujo para una trilogía casi perfecta

Apocalipsis primate

Resulta complicado que una saga contemporánea pueda hacerle sombra a la obra originaria en la que se basa. Pero si hay alguna que está cercana a conseguirlo, esa es sin duda la de El planeta de los simios. La película de Franklin J. Schaffner de 1968 basada en la novela de Pierre Boule sigue siendo un monumento, un hito dentro de la ciencia ficción y la cultura popular, al mismo tiempo que una potente y reveladora metáfora en torno a la condición humana y poseedora de uno de los finales más impactantes de la historia del cine.

La importancia de la nueva franquicia es que ha sabido recoger todo este espíritu contracultural para adaptarlo a las necesidades de los nuevos tiempos y configurar una serie de potentes alegorías que se adaptan a la perfección a los convulsos tiempos en los que vivimos, capturando su energía de manera casi involuntaria o por puro instinto.

Cuando Ruppert Wyatt plantó la simiente de esta nueva era de los simios, no sabíamos hasta qué punto era capaz de llegar la nueva saga. Y es que bajo la apariencia de un blockbuster que ofrecía una maquinaria de entretenimiento perfectamente engrasada, en El origen del planeta de los simios se escondía una interesante reflexión en torno a la toma de conciencia política de una sociedad que necesitaba revelarse frente a la hecatombe sufrida por la crisis financiera del 2008 y que daría lugar a un panorama convulso contra el poder económico y político. Ese levantamiento contra las injusticias y la opresión sufrida por el pueblo, estaban ahí presentes para certificar la insatisfacción de una ciudadanía asfixiada y oprimida. Casualidad o no, poco antes del estreno del filme se sucedieron las revueltas que darían lugar a la Primavera Árabe.

La parábola continuó creciendo cuando Matt Reeves se puso delante del proyecto. El amanecer del planeta de los simios (2014) contenía contundencia expresiva, una enorme personalidad autoral y una gran fiereza a golpe de imágenes tan poderosas como la del simio César galopando sobre un caballo y empuñando un arma.

Ahora vuelve a recoger el testigo en La guerra del planeta de los simios, un cierre de oro para una espectacular trilogía, en la que al grito de «simios unidos jamás serán vencidos» nos introducimos dentro de los moldes de lo que podría ser una película bélica del género más clásico o un Kurosawa moderno. Pero no es la única textura que habita en una obra que parece reinventarse a sí misma a cada momento. Hay pasajes guerreros, pero también otros que recuerdan al wéstern crepuscular, también encontramos la película pura de aventuras, otra de motines y fugas carcelarias. Todo eso junto a un regusto de tragedia griega.

El elemento humano se encuentra en esta ocasión reducido a la mínima esencia. Los primates son aquí los reyes de la función, mucho más emocionales, empáticos y complejos frente a nuestra raza, involucionada, animalizada y primaria. Absurda y demente. Mientras, César se convierte en el líder que todos querríamos tener.

Tras el último episodio lo encontramos escondido en el bosque junto a una colonia de fieles seguidores que quieren olvidar los enfrentamientos acaecidos en el anterior capítulo y empezar de cero. Pero sus fuerzas comienzan a reducirse tras el asedio continuo de las tropas de un militar loco y obsesionado con su captura con el rostro de Woody Harrelson y los modos del coronel Kurtz de Apocaypse now, que muy bien podría simbolizar el fanatismo de los líderes islámicos.

El resultado, un cierre de lujo para una trilogía casi perfecta capaz de conjugar puro espectáculo visual y tecnológico repleto de imágenes bellísimas y una trama que incluye un sinfín de ideas alejadas del blockbuster.

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