Hace unos años, todas las estrellas de Hollywood querían trabajar con Woody Allen. Era el director de los repartos de ensueño y todos los actores parecían encantados con aparecer en una de sus películas. Ahora, el director se ha convertido en un auténtico apestado en la industria de su país. No importa que haya contribuido a instaurar un modelo de comedia que ha servido como punto de referente a todas las generaciones posteriores a la hora de abordar el género. El #meToo arrasó no solo con su prestigio, sino también con la posibilidad de seguir haciendo películas.

Su último filme, Día de lluvia en Nueva York lleva dos años sin estrenarse después de que Amazon, la productora, decidiera no sacarla a la luz. Coincidió con el momento en que Dylan Farrow quiso reabrir el caso de los supuestos abusos que recibió por parte de su padre cuando tenía siete años y que fue desestimado por la justicia por falta de pruebas. Las actrices que habían trabajado con Allen comenzaron a renegar de su trabajo, y todos los implicados en la película decidieron desvincularse del proyecto.

PRODUCCIÓN DE MEDIAPRO /Resultaba inevitable que esos fueran algunos de los temas delicados que se trataran en la rueda de prensa de presentación de su nueva película que todavía no tiene título y que se rodará en San Sebastián desde hoy y hasta el próximo 20 de agosto. A la comparecencia acudieron Jaume Rouras, de The Mediapro Studio, productor de la película, Woody Allen y los actores Elena Anaya, Gina Gershon, Wallace Shawn y Sergi Lòpez. Por supuesto, ninguna de las preguntas relacionadas con el boicot que ha sufrido el cineasta fueron contestadas.

«No he pensado jubilarme nunca», manifestó Allen. «Desde que empecé siempre he intentado centrarme en mi trabajo, sin importar lo que pasara en mi familia o con la política. No pienso en movimientos sociales para tener una visión profunda de las cosas. Mi cine habla de relaciones humanas, de la gente. E intento que en ellas haya humor. Si por mí fuera, moriría en un plató, cosa que puede que suceda».

Elena Anaya y Gina Gershon reconocieron que se trata de una decisión muy personal trabajar junto al director neoyorquino y que son perfectamente conscientes de sus decisiones. «Creo en la justicia. Y como actriz soy responsable de mi carrera y yo he apostado por Woody Allen, por un guion maravilloso y un personaje que es un sueño, así que estoy encantada de estar aquí», declaró Anaya. «Vivir en Estados Unidos ahora es una locura. Hay mucha rivalidad, mucho odio, son tiempos salvajes. Uno tiene que canalizar todas esas situaciones. Soy muy consciente del tema de la mujer, pero estoy encantada de estar en un proyecto de Allen. Creo que el #meToo ha propiciado cosas muy buenas, pero también tiene que crear un mayor discernimiento y conciencia en la gente», completaba la actriz de películas como Showgirls.

Tampoco hemos se pudo saber demasiado acerca de la trama de la película, más allá de que transcurrirá en el Festival de San Sebastián y que tendrá un elemento romántico. Amor y cine, dos de las constantes en la trayectoria del director en la que sería su título número 50. «Habrá homenajes al cine y a los festivales. Lamentablemente ambas cosas se caracterizan más por los aspectos comerciales y las estrellas rutilantes. No es algo que me guste especialmente. Por eso quiero retrotraerme a ese tiempo en el que el cine era una cuestión artística», manifestó Woody Allen.

Siempre se ha dicho que el director elegía a los actores después de ver vídeos de sus trabajos. En el caso de Elena Anaya, la conocía gracias a La piel que habito, de Pedro Almodóvar. «Cuando me llamaron para decirme que Woody Allen estaba valorando la posibilidad de trabajar conmigo, no me lo podía creer. Y cuando leí el guion me quedé impresionada, porque no había leído nunca una historia tan maravillosa», manifestó la actriz. «Él es un genio, una leyenda, una persona entrañable y es un sueño ponerme en sus manos». Sergi Lopez con su humor característico hizo referencia a su cuestionable dominio del inglés. «Tiene mucho valor el que me haya fichado dado mis limitaciones», bromeaba. «Pero tengo un personaje que es la bomba».

Se trata de la cuarta película que el director firma con Mediapro después de Vicky Cristina Barcelona (2008), Conocerás al hombre de tus sueños (2010) y Medianoche en París (2011).

En un momento en el que Estados Unidos le cierra las puertas a Woody Allen, Europa las mantiene abiertas. Día de lluvia en Nueva York no se podrá ver en la ciudad que lleva su nombre, pero sí en Francia, Alemania, Italia y España, donde se estrenará en otoño.

El director afirmó que no piensa que nos encontremos en un momento de censura y que el humor continúa siendo la única arma para sobrevivir ante muchas de las cosas que ocurren tanto a nivel político como personal. «No creo que sea más difícil hacer ahora comedia, al contrario. Cuando la gente está tensa necesita reír más. En los últimos años hemos disfrutado de una hornada de cómicos que han sacado punta a muchos aspectos proporcionando humor satírico de gran calidad. Los malos tiempos van bien para la comedia».

Preguntado sobre si se sentía decepcionado después de que hubieran renegado de él algunos de los actores, Allen afirmó: «Yo soy un producto de los grandes actores con los que he trabajado, me llevo el crédito de sus grandes interpretaciones, he sido un afortundao, siempre les he dado mucha libertad, yo siempre he sido muy espartano a la hora de dirigirlos. Ellos hacen grandes interpretaciones y yo me llevo los piropos. Ellos son el éxito de mis películas».