Los seguidores de la obra de Francisco Pradilla, calificado por los especialistas como el mejor pintor aragonés después de Goya, tienen una cita ineludible hasta el mes de septiembre en el Museo de Zaragoza. El espacio de la plaza de los Sitios ha inaugurado este miércoles la exposición 'Pradilla y la pintura. Contexto de una obsesión', con la que va a conmemorar el centenario de la muerte del artista nacido en Villanueva de Gállego en 1848. La muestra, con un discurso «novedoso y sugerente», hace hincapié en su personalidad y en su círculo de amigos, maestros y discípulos. Así, los visitantes podrán acercarse de una forma distinta y más próxima «al pintor decimonónico más importante tras Goya», tal y como ha destacado el director del Museo de Zaragoza, Isidro Aguilera. La muestra incluye una treintena de piezas entre obra gráfica, óleo y escultura y se podrá visitar hasta el 15 de septiembre.

Esta no será la única exposición organizada por las administraciones aragonesas para conmemorar el centenario de Pradilla. La que más obras del artista exhibirá (hasta un total de 200 piezas) será la antológica que prepara el Ayuntamiento de Zaragoza en la Lonja entre octubre y enero, mientras que su localidad natal va a reformar su actual Centro Pradilla y armará un nuevo discurso expositivo.

Además de recorrer las etapas artísticas del pintor y entablar un diálogo con sus coetáneos, la exposición del Museo de Zaragoza dedica un apartado monográfico a la «obsesión pictórica» que mantuvo con la reina Juana la Loca. Así, se exhibe el cuadro 'La reina Juana la Loca recluida en Tordesillas con su hija', pintado en 1907 y que constituye uno de sus principales ejemplos como artista (se expone en el Museo de Zaragoza desde hace años). «Tras documentarse para pintar la obra llegó a obsesionarse con ella y estaba convencido de que fue víctima de un complot», ha explicado Aguilera, que ha destacado que Pradilla realizó seis versiones de esta pieza. La del año 1906, cedida por el Museo del Prado, y otra de reducidas dimensiones llegada del Museo del Romanticismo de Madrid, pueden contemplarse en la muestra.

Para incidir en esta obsesión, la exposición incluye un audiovisual de cuatro minutos y medio que profundiza en este lienzo y que ha sido dirigido por la periodista Marian Rebolledo.

La exposición ofrece un recorrido por los hitos biográficos y pictóricos del artista y se estructura en tres apartados. El primero, compuesto por piezas del propio Museo de Zaragoza, está centrado en la producción artística del autor, siendo una muestra representativa de todas sus etapas, géneros y técnicas. En este bloque puede contemplarse su autorretrato, un óleo del año 1887. «Tenía 39 años y acababa de perder a su hija; supo imprimir su tristeza en la obra», ha destacado la comisaria de la muestra, Marisa Ruiz. En la muestra se comprueba su maestría como retratista, como por ejemplo en la pieza Doña Pilar Villanova, de 1914. «En realidad dominó todos los géneros, aunque sobre todo fue conocido por la pintura de historia», ha apuntado Ruiz.

El segundo apartado se aproxima a la obra de maestros, compañeros, discípulos y amigos de Pradilla para descubrir cómo era el ambiente artístico de la época y conocer la trayectoria vital del pintor aragonés. Así, pueden contemplarse cuadros de Juan José Gárate, Jaime Morera y Galicia y Joaquín Sorolla, de quien fue «muy amigo». También hay piezas de dos de sus grandes maestros: Mariano Fortuny, que fue «el ídolo de Pradilla», y Casado del Alisal. De este último puede observarse el cuadro 'La campana de Huesca', cedido para la ocasión por el museo oscense.

El director general de Cultura del Gobierno de Aragón, Víctor Lucea, ha presidido la inauguración y ha subrayado que Pradilla «trascendió el ámbito aragonés e influyó notablemente en el discurso pictórico y en la difusión del imaginario colectivo español».

 Nacido un 24 de julio de 1848 en Villanueva de Gállego y fallecido en Madrid un 1 de noviembre de 1921, Pradilla fue un pintor muy conocido en su época, director de la real Academia de España en Roma y del Museo del Prado. En 1863 se trasladó a Madrid, donde estudió a los antiguos maestros y en 1874 fue pensionado en la primera promoción en la Academia de España en Roma. Su primer cuadro de importancia fue El rapto de las sabinas.