Corría el año 2010 (sí, ya ha llovido aunque a veces parezca que fue ayer) cuando casi por sorpresa y sin hacer mucho ruido, Cabaré de caricia y puntapié, un espectáculo musical inventado por dos aragoneses, Jorge Usón y Carmen Barrantes (luego contarían que lo tuvieron que levantar ellos mismos porque nadie se interesó en producirlo) y dirigido por otro Alberto Castrillo-Ferrer se alzaba con el Premio Max a Mejor espectáculo musical convirtiéndose en el primer ganador aragonés en esta categoría. Ya saben que no es muy habitual que logren llegar hasta la gala de estos premios de las artes escénicas auspiciados por la SGAE muchos espectáculos de la comunidad en una cuestión que más bien tiene que ver con la posición geográfica que por el talento o falta de él pero esa es otra cuestión para abordar más ampliamente.

Aquel día histórico no fue más que la constatación de que Jorge Usón y Carmen Barrantes tenían mucho que decir en el teatro español. Han pasado los años, los dos han ido trabajándose una carrera con papeles espectaculares y, por supuesto, han seguido produciendo desde Nueve de Nueve Teatro (la empresa que pergeñaron junto a Laura Gómez-Lacueva precisamente para poder abordar las producciones que les apeteciera) demostrando el buen hacer y, sobre todo, no conviene olvidar, una profesionalidad y una cercanía con el público que ha acabado respondiendo a sus propuestas. Lo hizo cuando en plenos Pilares del 2018, y tras un previo encargo del Patronato de las Artes Escénicas y de la Imagen de Zaragoza dirigido entonces por Víctor López Carbajales, se estrenó Con lo bien que estábamos. Ferretería Esteban. Fueron once días de puesta de largo del espectáculo y otros tantos llenos en una nueva demostración de que aquí, de vez en cuando, sí sabemos arropar a los de casa.

Era la culminación a un largo trabajo de creación del que también formó parte fundamental un equipo en el que también estaban, entre otros, el incombustible José Troncoso desde la dirección y Mariano Marín en la composición musical. Este lunes, el espectáculo opta a tres premios Max en un gala que se celebrará en Bilbao y que puede suponer un bonito reconocimiento al trabajo bien hecho. Cuando estaban ultimando este proceso en el teatro de Móstoles, le pregunté a los protagonistas si hablar de premios para esta producción era una quimera. Jorge Usón, prudente como pocos y trabajador, más, cortó de raíz la cábala: «De eso no se habla, aparte de que no es el objetivo», dijo con contundencia. Evidentemente, aunque viendo determinadas actitudes en determinadas personas uno a veces duda, el objetivo de la creación nunca puede ser el premio, sí el reconocimiento que aunque pueda parecer que no son dos universos completamente diferentes.

Con lo bien que estábamos puede ser una de las triunfadoras de la noche del lunes en Bilbao y no sería más que la constatación de que, aunque a veces lo tenemos un poco olvidado, el teatro aragonés también es uno de los más creativos y de calidad del panorama español. El porqué no llega en más ocasiones a los premios Max hay que buscarlo en la propia concepción de un sistema cultural escénico en el que si no estrenas en Madrid o Barcelona y estás una buena temporada allí es muy complicado que ni siquiera te tengan en cuenta. En cualquier caso, como apuntábamos, dado que los premios no son el objetivo de la creación artística, pase lo que pase el lunes, lo que sí hay que tener claro es que la cultura en Aragón tiene mucha vida por delante. Y sana y robusta.