El pasado 20 de mayo fallecía el poeta Francisco Brines a los 89 años. Apenas un mes antes recibía en su casa de Valencia al rey Felipe VI, que había ido hasta allí para entregarle personalmente el premio Cervantes 2020. Por esas fechas la colección Visor de poesía rescató también una antología de su obra poética publicada originalmente en 2010 bajo el título de Yo descanso en la luz, eco de unos versos de su poema Lamento en Elca: “Yo reposo en la luz, la recojo en mis manos, / la llevo a mis cabellos, / porque es ella la vida”.

Es ciertamente la luz un elemento sin el que no podría entenderse la poesía de Francisco Brines, cuyo primer libro publicado en 1960 fue Las brasas, que compuso unas Palabras para la oscuridad en 1966 y tituló otro de sus poemarios Insistencias en Luzbel. Insiste Brines en la luz, que es la que da cuerpo y vida a sus versos más sensoriales, aquellos en los que deja inundar de plenitud su palabra, paladeándola y admirando su belleza.

Junto a esta faceta luminosa está también la otra, más complementaria que contraria, en la que el poeta prefiere la umbría de la evocación, el recuerdo y la constatación del paso del tiempo. La posibilidad que ofrece la antología de recorrer cronológicamente toda la poesía de Brines permite apreciar cómo ese sentido evoluciona a lo largo del tiempo, desde los versos de juventud en los que el recuerdo es apenas cautivo del pasado hasta sus últimos libros, uno de los cuales se titula significativamente El otoño de las rosas, en donde el poeta contempla todo lo que ha vivido con ojos curtidos pero nunca derrotados.

Decía Hegel que la pura luz y la pura oscuridad son dos vacíos que son la misma cosa. Con ecos de Juan Ramón y de Cernuda, la poesía de Francisco Brines viene a llenar ese vacío que efectivamente es lo mismo con una celebración de la vida, ya sea iluminada directamente o entre las sombras de lo que ya ha pasado, trascendiendo realidad y deseo.

'YO DESCANSO EN LA LUZ'

Francisco Brines

Visor

227 páginas