Creo que, a día de hoy, en Zaragoza seguimos sin valorar en su justa medida al Centro de arte y tecnología Etopia. Para muchos sigue siendo un centro en el que no saben muy bien qué se hace a pesar de que estemos ante una de las instalaciones punteras de arte y tecnología. Un lugar por el que han pasado a lo largo de sus casi diez años de existencia multitud de artistas de vanguardia y por cuya residencia han pasado un sinfín de experimentadores que han dado lugar a muchos proyectos que han cruzado las fronteras.

Esta misma semana acaba de ver la luz el primer single del nuevo disco de Santiago Latorre, coordinador del Laboratorio de sonido que hay en el propio centro. Un oscense que ha vivido en buena parte del mundo y que solo tuvo que regresar a España merced a una lesión en sus dos manos que le hizo cambiar su manera de entender la música que hasta entonces interpretaba a partir de un saxofón. Latorre decidió parar y ya en España encontró su acomodo en Etopia en cuyo laboratorio de sonido se encuentra como pez en el agua.

Él, con su visión perimetral, decía esta misma semana que centros como Etopia hay varios por el mundo pero ninguno cuenta con una residencia tan grande (con capacidad para 36 personas) y tan interconectada al laboratorio de sonido. Algo que pone en primer plano, el trabajo colaborativo y, sobre todo, el surgimiento de multitud de experiencias creativas a partir de la convivencia. Es cierto que la música más alejada de los cánones a los que está acostumbrada la sociedad ha encontrado una vía de escape en Etopia y eso es motivo de celebración. Ya no tanto por la calidad de lo que pueda surgir de aquí, que también, sino porque el abrir grietas a otro tipo de cultura y sobre todo a la interconexión entre dos facetas como el arte y la tecnología debería ser tarea obligada de una sociedad que se diga desarrollada.

El de Santiago Latorre es solo un ejemplo de muchos. Mañana empieza una nueva edición del Fachada Media. Hasta el 18 de marzo, Alejandro López Mera, Ricardo Iglesias, Andrés Moriel, Hilal Menlioglu, Eduardo Martínez, Miguel Rangil, Mar Vilá, Luciana Maia, Silvia Binda y Laura Rodríguez, elegidos por un proceso con jurado, van a recibir una formación de Néstor Lizalde para trabajar en el videomapping con el que cuenta la fachada de Etopia. Algo que en las seis ediciones anteriores del programa ha dado un resultado brillante. Es decir, que al aspecto innovador que hemos destacado hay que unir el carácter formativo que practica el centro. De hecho, una vez finalizada esta edición de Fachada Media, las obras resultantes pasarán a formar parte de la programación del segundo trimestre del año de la fachada digital.

El problema es que parte de la ciudadanía desconoce lo que se hace en un edificio cuya ubicación es verdad que es ideal para los que vienen de fuera (no hay que olvidar que cuenta con una residencia) pero que quizá ha quedado un poco a desmano de lo que iba a ser la Milla digital, algo que le habrá perjudicado. Hay trabajo por hacer para comunicar y difundir el centro, pero también debe ser la ciudadanía la que tenga curiosidad por acercarse a descubrir qué es lo que le puede ofrecer un edificio municipal en el que las fronteras entre muchas disciplinas quedan diluidas y que, en pleno siglo XXI, aspira a ser un referente en el arte y la tecnología. Algo para lo que lleva ya un buen camino recorrido y al que no se le deberían cortar las alas en un futuro próximo. Desconozco si alguien se lo ha planteado pero el Centro de arte y tecnología no debe cambiar su planteamiento. Solo así encontrará un lugar en el que brillar con fuerza.