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EMERGENTE EN EL PANORAMA NACIONAL

Miguel Gane (poeta de origen rumano): «Perdí mi nombre por miedo a no ser como el resto»

El artista, que estuvo el viernes firmando en la Feria del Libro zaragozana, publica su cuarto poemario, ‘Ojos de sol’

El poeta Miguel Gane, en su visita a Zaragoza el pasado viernes. ANDREEA VORNICU

Miguel Gane es el mejor ejemplo de que el arte en general, y la poesía en particular, es algo que se lleva en las venas, independientemente de tus raíces. ¿Se imaginan escribiendo versos en una lengua que no es la suya materna? Pues ese es el oficio que lleva ejerciendo, con mucho tino, este poeta de origen rumano que lleva afincado en España desde que tenía nueve años. Lejos de suponer un problema, el artista lo ve como una oportunidad: «Aprender otro idioma te permite tener dos formas de nombrar el agua».

El pasado viernes, con motivo de la Feria del Libro, Gane estuvo firmando su último poemario –es el cuarto–, 'Ojos de sol', además de llevar a cabo lo que mejor se le da, un recital poético. Un éxito que le acompaña desde su primer poemario, Con tal de verte volar, que ha alcanzado las 18 ediciones. «Supone una gran responsabilidad. Primero, de cara a las voces que comparten el género. Pero también de cara al público», afirma, algo que va en sintonía con su objetivo: que la gente se interese por un género que, según el artista, «ha dejado de ser minoritario».

Su última obra, al igual que el resto, está muy marcada por sus experiencias vitales, con un estilo propio y reconocible. «No me gusta ir a lo fácil», dice, pues el verdadero éxito reside «en poder superar los retos que me propongo, no en vender más o menos». En 'Ojos de sol' aparecen reflexiones sobre varios temas, entre los que se incluyen el feminismo, la precariedad laboral o sus propias vivencias personales. Un cóctel que compone la que quizá es su obra más personal y madura. «Busco abrir debate, que la poesía sirva como un lugar de encuentro. Si lees un poema y pasas a la siguiente página sin más, significa que no ha tenido ninguna trascendencia», señala Gane, que apunta que escribir y recitar le sirve para «responder y normalizar cuestiones que me acompañan en mi día a día».

Aprender otro idioma te permite tener dos formas de nombrar el agua

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La inmigración, que tan bien conoce, es otro de los ítems principales del poemario. Una muestra son los versos recogidos en 'La vergüenza de llamarse George Mihâitâ Gane', en los que reflexiona sobre la etapa en la que decidió «castellanizar» su nombre real. «En ese poema doy un tirón de orejas a la sociedad. Perder mi nombre fue una especie de miedo a no ser como el resto. Lo llaman integración, pero para mi la integración es algo muy distinto», reconoce resignado. «Casi tenías que pedir perdón por ser rumano y tener un nombre distinto», sentencia. Otro poema sobre inmigración es 'Emigrandes': ‘No vine a tu país para quitarte la comida, sino para saciar mi hambre’. Versos que van en sintonía de su concepción sobre nuestra propia esencia, pues «algo tan humano como buscarte un futuro no puede ser un lujo».

Las reflexiones existencialistas también están presentes a lo largo de toda la obra, con la «metáfora de las margaritas» como hilo conductor. «A nuestra manera, todos somos únicos, pese a que tengamos elementos iguales, como sucede con las margaritas, las flores más comunes de la tierra según los expertos», argumenta Gane, quien concluye: «Igual que no hay dos margaritas con el mismo tallo o la misma brisa de viento, no hay dos personas con los mismos gestos o la misma mirada».

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