ECOS DEL FOLCLORE ARAGONÉS

La jota aragonesa se cuela en el concierto de Año Nuevo de Viena

La Orquesta Filarmónica de Viena interpretó una opereta con clara influencia del género, un "hito" puesto en valor por la escritora y pianista Marta Vela

Franz Welser-Möst fue el encargado de dirigir el pasado domingo el concierto de Año Nuevo.

Franz Welser-Möst fue el encargado de dirigir el pasado domingo el concierto de Año Nuevo. / Filarmónica de Viena/Dieter Nagl

Rubén López

Rubén López

El tradicional concierto de Año Nuevo de Viena deparó una sorpresa insólita en sus 82 años de vida. Ya sea de forma deliberada o no, el afamado recital lanzó el pasado 1 de enero un guiño a la jota aragonesa al elegir la opereta 'Isabella' de Franz von Suppé para abrir la segunda parte del concierto. Esta pieza, estrenada el 5 de noviembre de 1869, "tiene claras influencias de la 'Jota aragonesa' de Glinka (1845) y de su antecedente directo, la 'Nueva jota aragonesa' de Florencio Lahoz (1840)", tal y como subraya la escritora, pianista y docente afincada en Aragón, Marta Vela, 'descubridora' de este hito en el tradicional concierto de Año Nuevo.

"Cuando escuché la pieza me quedé muy sorprendida porque contenía todos los ingredientes de la jota: ritmo vivo, melodía vistosa, esquema armónico de gran sencillez... Y cuando aparecieron las castañuelas mi sorpresa aún fue mayor", explica Vela. Porque sí, en el recital de la Orquesta Filarmónica de Viena sonaron las castañuelas, "algo nada habitual", como apunta Vela, que el año pasado publicó el libro 'La jota, aragonesa y cosmopolita. De San Petersburgo a Nueva York'.

De esta forma, la cultura y el folclore de la comunidad se colaron de forma directa en uno de los conciertos más seguidos del mundo. Lo hizo además en un año muy especial para la jota y apenas unos meses después del anuncio de su candidatura como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco. "No creo que nos veamos en otra igual; además desde el mayor escaparate de la música clásica de nuestros días. Pero la aparición de la jota en este concierto es una muestra más del cosmopolitismo de este género", destaca Vela.

La jota y en general la música popular española fue muy apreciada en el siglo XIX, como apunta la investigadora y pianista afincada en Zaragoza. "Su presencia era una constante y los compositores de esa época sabían que introducir un guiño a la música española era garantía de éxito", comenta Vela, que recuerda que los ecos de la jota aragonesa se pueden apreciar incluso en la 'Tercera Sinfonía' de Mahler, estrenada en 1902.

En este sentido, la escritora también está convencida de que la citada opereta 'Isabella' también tendría un gran popularidad en su época (más que nada porque se editaron muchas partituras solo para piano, para violín y piano o para flauta y piano). "Sin saber que era jota, los compositores de esa época estaban locos por ella. Gracias a su carácter vistoso y la alegría de la melodía, el género pululó mucho por la música clásica del siglo XIX sin saber muy bien de dónde procedía", explica Vela.

Una mirada al pasado

'Isabella', la opereta que Franz Welser-Möst eligió para este concierto de Año Nuevo, tiene claras influencias de la 'Jota aragonesa' de Glinka (1845) y en consecuencia de la 'Nueva jota aragonesa' de Florencio Lahoz (1840). "La orquestación colorista de Suppé, junto al uso evidente de los trombones como instrumento melódico, preludian ya la gran jota de Chabrier en 'España' (1883) e, incluso, la línea melódica de la 'Gran jota de la Dolores' de Tomás Bretón (1895)", explica Vela, que considera que la aparición de esta opereta en el concierto de Año Nuevo incluso podría dar lugar a nuevas conexiones entre la jota y la música clásica.

Una relación que quedó más que demostrada en el libro que Vela publicó el año pasado: 'La jota, aragonesa y cosmopolita. De San Petersburgo a Nueva York', editado por Pregunta Ediciones con apoyo de la DGA.

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