El 17 de febrero del año 1414 el rey Fernando I reunió en Zaragoza a las Cortes aragonesas. ¿Cómo fue su corto pero intenso reinado? Su ascenso al trono se produjo de una manera fuera de lo común, como veremos a continuación. La historia de Fernando es la de un hijo segundón que llegó a ser rey y la de un hombre ambicioso que gobernó en un momento muy delicado. Su mayor aporte, a pesar de su corta gobernanza, fue la estabilización de la caótica situación que atravesaba la Corona de Aragón en ese momento.

Era un Trastámara, hijo del rey Juan I de Castilla, nieto por vía materna de Pedro IV el Ceremonioso de Aragón y sobrino de Martín el Humano. Al no ser el primogénito, el trono de Castilla fue ocupado por su hermano Enrique III, quien no gozaba de muy buena salud pues había enfermado de tifus y de viruela, y por lo que se le aplicó el apelativo de el Doliente. No obstante, vivió lo suficiente como para tener un heredero, Juan II, que acabó completamente con las pretensiones de Fernando de reinar en Castilla a la muerte de su hermano mayor.

Enrique III murió en 1406 cuando su hijo Juan tan sólo tenía un año de vida, y en su testamento dejó dispuesto que fueran regentes su mujer Catalina de Lancáster y su hermano Fernando. Pero pronto comenzó a haber desavenencias entre los dos regentes que además fueron alentadas por la nobleza, siempre atenta a situaciones de inestabilidad interna para intentar acrecentar su poder y riquezas con respecto a la monarquía. Para poner fin a la difícil situación, se decidió dividir el reino en dos, de manera que Catalina gobernaría la mitad norte del reino y Fernando la zona meridional que colindaba con el reino nazarí de Granada.

Imagen Fernando I, rey de Aragón entre los años 1412 y 1416

Imagen Fernando I, rey de Aragón entre los años 1412 y 1416 SERVICIO ESPECIAL

Fernando se hizo un nombre en su lucha contra los musulmanes granadinos, destacando la conquista de la localidad de Antequera en el año 1410, que le dio su sobrenombre más conocido. Ese mismo año, en Aragón murió su tío el rey Martín el Humano sin descendencia legítima, y el infante Fernando de Trastámara se convirtió en uno de los seis candidatos que se presentaron como herederos al trono aragonés. Su poderío económico (su red de señoríos era enorme), su prestigio militar y el tener el poderoso ejército castellano a su disposición, hizo que fuera el candidato preferido para muchas familias nobles de gran importancia y para el papa Benedicto XIII, aquel famoso papa Luna que como buen aragonés, en pleno cisma eclesiástico, se mantuvo en sus trece y nunca jamás abandonó su cargo.

Todo este proceso de elección del sucesor tocó a su fin cuando el 28 de junio de 1412 fue proclamado rey de Aragón tras ser elegido en el Compromiso de Caspe y de los demás estados de la Corona de Aragón. Además, a la vez que era rey de Aragón no perdió su regencia en Castilla, lo que le proporcionaba un poderoso ejército y dinero que utilizó para acabar con la revuelta de Jaime II de Urgel, que fue junto con él, el principal candidato a ocupar el trono aragonés tras la muerte de Martín y que no había acatado la decisión de los compromisarios reunidos en Caspe.

En su corto reinado trató de reorganizar la hacienda, sanear la economía e intentó acabar con las persecuciones de judíos. Otorgó una mayor participación a los representantes de los municipios, lo que debilitaba a la nobleza y fortalecía el poder del rey. Además, tuvo un gran número de hijos, lo que aseguraba la continuidad de la monarquía a su temprana muerte en 1416 y estabilizó la situación en Sicilia y Nápoles. Por último, tan pronto como accedió al trono, se desvinculó de su principal valedor, el antipapa Benedicto XIII, contribuyendo a poner fin al Cisma en la Iglesia Católica y a romper el aislamiento diplomático internacional de Aragón, fruto de su apoyo a un papa cismático como era el papa Luna.

A pesar de reinar apenas cuatro años, su reinado fue decisivo para el devenir de Aragón y de la Corona. Ya no solo por estabilizar la grave situación de la sucesión al trono que se había producido tras la muerte del rey Martín y que estuvo a un paso de provocar una guerra civil abierta (aunque desde luego hubo enfrentamientos y asesinatos de carácter político). También dio paso a una nueva dinastía, la misma que ya reinaba en Castilla desde el siglo anterior, y que facilitaría aquella unión dinástica entre ambas entidades políticas que acabó cristalizando con los Reyes Católicos.