Imaginen a Michael Jordan retando a la ley de la gravedad en el Príncipe Felipe o a Maradona bailoteando un tango con una pelota de cuero en La Romareda. Sería como acariciar la gloria con la mano. Pues eso, lo mismo, la magia de las superestrellas más cegadoras, se vivió ayer en el Centro Aragonés del Deporte (CAD) en su versión más atlética. Y nadie se lo quería perder. Tras el silencio hiriente de décadas, el desembarco de El Guerrouj, el rey de reyes del 1.500, fue un dulce cebo que terminó enganchando a 4.000 personas que llenaron las instalaciones del Actur.

A pesar del azote del calor, de la lejanía del lugar, el Centro Aragonés del Deporte vivió un bautismo de gala. Amantes del atletismo, simples curiosos, niños, mayores, familias enteras... el espectro era amplio y pintoresco. El ambiente empezó frío, expectante, pero fue aumentando ante la presencia de las caras conocidas. Vasco, Reina, Pestano... las marcas encendieron los aplausos, que se convertían en ovación cuando un aragonés salía a comerse el tartán. "Eliseo, Monzón está contigo...", gritaban un grupo de adolescentes desde las alturas del graderío.

Algo más que un deportista

Llegó el 1.500 y la grada estalló. Entre la multitud, un par de centenares de aficionados magrebíes se encaramaron a la grada para venerar a su dios . Un cachito de Marruecos puso el color internacional al mitin. Color, sabor y un himno entonado en árabe. "Hicham, Hicham, Hicham...". Era el grito, el empujón verbal que a cada paso de El Guerrouj salía de la tribuna. La recta final, con Kipchirchir apretando los dientes, avivó los cánticos de aliento para llevar a su héroe hacia la victoria. Al cruzar la meta, Hicham levantó los brazos y la euforia se desató. "Hicham, Hicham, Hicham...". La locura.

Las banderas marroquíes bailaban con el viento y la alegría del triunfo. Un chaval, con la camiseta futbolera de Hadji, no paraba de dar palmas, mientras su padre le elevaba al cielo. "Vivimos aquí y no nos podíamos perder la cita. El Guerrouj es un grande. Algo más que un atleta. Es una gran persona, muy humanitario, y que se ha hecho así mismo, saliendo desde la pobreza", decía Hassan Anaya, un marroquí residente en Zaragoza y que ayer asistió al CAD para ver a su ídolo. "Hace cosas que no son normales. Si no gana es por algo raro. Sus números son increíbles. Hemos venido a verle y apoyarle para que pueda hacer el récord del mundo", añadía su amigo Kouibaa Abdelmalek, natural de Marrakech. "También hemos visto a Aouita. Ese sí que era el mejor. Recuerdo cuando corría. Estuve hasta las cuatro de la mañana despierto, viendo la tele para seguirle en los Juegos de Los Angeles. Yo tenía 15 años", recordaba Anaya.

Mucho calor

La noche amenazaba y el público empezó la travesía de regreso. A la salida los autobuses esperaban a 1.200 chavales. Fue su estreno en el atletismo. "Me ha gustado mucho, aunque al principio hemos pasado algo de calor", afirmaba, sediento, un chaval del colegio Ricardo Mur de Casetas. "Lo mejor ha sido la pértiga", enlazaba otro a su lado. Su sonrisa era la mejor respuesta para saber que el día de ayer fue un punto de inflexión para el atletismo aragonés.