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REPORTAJE

Un derbi reivindicativo

Los colibrís aterrizan mañana en la Zaragoza íbera. Hognivogel, nombre alemán para designar a estos pájaros, y Salduie, como se conocía a la capital aragonesa antes de que llegaran los romanos, protagonizan a partir de las 16.00 horas el derbi local en la Primera División del hockey hierba. Después de un par de años de ausencias por los dos bandos, ambos vuelven a coincidir en el grupo I de esta categoría en un momento delicioso: lideran la clasificación --aunque el Honigvogel tiene un gol a favor menos-- con cuatro victorias en otras tantas jornadas disputadas. Sólo un aspecto enturbia tanta bonanza: la ausencia de un campo de agua.

El posible ascenso, al final de temporada, de estos dos equipos zaragozanos a la División de Honor B --donde el Honigvogel militó el curso pasado-- obligaría a la construcción, antes del 1 de septiembre del 2005, de un campo de hierba artificial de agua que sustituya al actual de arena que se sitúa en la Ciudad Universitaria. Este proyecto ya está contemplado por el Gobierno de Aragón pero se encuentra supeditado a la aprobación de los próximos presupuestos. Su futura ubicación sería el Parque Deportivo Ebro y el coste, entre 300.500 y 480.800 euros (entre 50 y 80 millones de pesetas). En el caso contrario, los dos conjuntos deberían jugar como locales fuera de Zaragoza, por lo que estarían obligados a desplazarse varios cientos de kilómetros hasta ciudades como San Sebastián, Bilbao, Barcelona, Madrid o, incluso, Valencia.

"Un patatal de tierra"

Las diferencias entre una base de arena o de agua pueden pasar inadvertidas para el mero espectador, pero se convierten en fundamentales bajo la mirada de los jugadores. "Es como jugar al fútbol en un campo de césped o en un patatal de tierra", explica gráficamente el presidente de la Federación Aragonesa de Hockey, Miguel Angel Lozano. "La técnica cambia absolutamente. En arena, la superficie de fibra queda reducida a uno o dos centímetros, es excesivamente dura y la bola corre demasiado. Se fallan pases, paradas... Y, sobre todo, se resbala más, algo que trae lesiones y problemas físicos", asegura.

La etapa del Hognivogel en Division de Honor B se subsanó gracias al favor del director técnico de la Federación Española, que otorgó prórroga por ese año para poder competir en el campo de arena. "Los rivales no quieren venir aquí. Incluso tenemos problemas para organizar torneos amistosos", afirma. Sólo el Parayas santanderino dispone también de campo de arena, por lo que el Salduie y el Honigvogel están en desventaja cuando se enfrentan a los demás equipos de su Liga. "Somos conscientes de la fuerte inversión --reconoce Lozano-- pero requiere un mantenimiento mínimo, sólo riego, y con el volumen de uso se amortizaría enseguida", considera.

Rivalidad zaragozana

La plegaria por un terreno de juego en mejores condiciones que une al Honigvogel y al Salduie quedará olvidada mañana. La rivalidad entre ambos, algo agresiva antaño, promete deportividad, interés y emoción. El liderato del Salduie ha cogido por sorpresa a su propio entrenador, Jaime Pérez. "Mis expectativas no eran tan altas. Mi intención era corregir errores de un equipo joven cuya media de edad no supera los 17 años, pero se están comportando como adultos", elogia el técnico. Al otro lado, Jorge Blasco dibuja un objetivo claro para el Honigvogel: "el ascenso de categoría".

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