El Espanyol se ha convertido, por méritos propios, en el enemigo público número 1 del Zaragoza en la historia reciente. No sólo por la dolorosa derrota en la final de la Copa del Rey el 12 de abril, aunque qué duda cabe que es el episodio más sangrante, sino también por los casi diez años que hace que el equipo aragonés no gana en La Romareda a los periquitos, que además no saben lo que es perder frente al conjunto zaragocista desde noviembre del 2003, cuando Álvaro y Galletti sellaron el triunfo en Montjuïc por 0-2.

Así que el Zaragoza tiene la oportunidad mañana de cerrar muchas heridas. Hay que viajar hasta el 11 de mayo de 1997 para poder recordar el último triunfo del Zaragoza en su feudo ante el Espanyol y fue por la mínima con un gol de Poyet. Después, ocho decepciones seguidas. Tres derrotas --98-99 (0-3), 00-01 (1-2) y 04-05 (0-1)-- y cinco igualadas, cuatro a un tanto (97-98, 99-00, 03-04 y 05-06) y otra sin goles (01-02), para desesperación de los zaragocistas.

Sin embargo, los últimos tres años esa negra estadística ante el Espanyol no sólo se ha extendido a los partidos de casa. El 2 de noviembre del 2003 el Zaragoza ganó en Montjuïc por 0-2 en el año de regreso a la élite y, desde entonces, todos los enfrentamientos, seis en total, con el Espanyol han terminado con la cara de la decepción en su rostro.

DECEPCIÓN TRAS DECEPCIÓN De esos seis partidos, cinco han sido en Liga, con tres empates y dos derrotas como bagaje. En esa temporada de retorno a Primera (03-04), el Zaragoza empató en La Romareda (1-1) cuatro días después de lograr la sexta Copa, precisamente en Montjuïc. Villa y Fredson fueron los goleadores. El curso 04-05 fue especialmente doloroso. Dos partidos, dos derrotas. Tamudo sentenció el triunfo en La Romareda (0-1) y, en la segunda vuelta, el ariete catalán, con un doblete, y Maxi sellaron otra victoria que hizo inútil el tanto de Villa (3-1).

La pasada temporada estuvo presidida por la igualdad en la Liga entre ambos, que cerraron en tablas sus dos duelos. En Montjüic el Zaragoza tuvo el partido ganado con 1-2 en la recta final tras los tantos de Generelo y Diego Milito, pero apareció Tamudo, que ya había marcado, para establecer el empate final. El último envite se saldó con otro empate (1-1) en La Romareda, con tantos de Ewerthon y Jarque, con un Zaragoza que no se jugaba nada en la Liga y que estaba todavía en estado de shock tras la final de Copa que había tenido lugar 18 días antes.

En ella el equipo aragonés llevó la vitola de favorito, pero se vio sorprendido por un Espanyol al que todo le salió redondo desde el primer minuto. Tamudo, Luis García, en dos ocasiones, y Coro cerraron una goleada (4-1) que todavía está muy reciente en el ánimo del zaragocismo y que convirtió de forma definitiva al conjunto catalán en la última bestia negra. Una dolorosa espina que el Zaragoza confía en sacarse por fin mañana.