Acaba de firmar Cristian Lobato con el Asteras Tripolis de la Superliga griega un contrato hasta junio y, si juega hasta final de temporada un 25% de los partidos, renovará por dos años. El verano pasado, tras acabar con Osasuna, decidió pasar por el quirófano para atajar la tendinitis rotuliana que impidió su fichaje por el Zaragoza, un contrato firmado por cinco años en enero del 2013 y que ahora está denunciado por incumplimiento. El juicio será a finales de mayo y Lobato pide la totalidad del contrato, en torno a 3 millones de euros. El futbolista, tras no haber querido hablar del tema desde que se frustró su fichaje por el Zaragoza, rompe ahora su silencio.

"De lo vivido con el Zaragoza solo queda el juicio, mi reclamación. Es un tema que a nadie le gusta", asegura el extremo de Sabadell (7-3-1989). En diciembre del 2012 era uno de los jugadores más destacados del filial del Barcelona. El Zaragoza, en una negociación personal de Agapito Iglesias, le ofreció un contrato por cinco años, con cantidades ascendentes desde 600.000 euros la primera campaña a partir del verano del 2013 y hasta el 2018. Un contrato con cifras de Primera. "Yo, cuando firmé en enero del 2013, me encontraba bien, sin molestias, pero luego empezó el dolor. Firmé un precontrato por cinco temporadas y eso es algo ya del todo vinculante. Para mí entonces era una gran oportunidad, era el Zaragoza, que estaba en Primera, pero después bajó".

Cuando firma había anotado 7 goles en 24 partidos con el Barça B en ese curso 12-13 y el Zaragoza apostó más fuerte por su fichaje que otros clubs, como el Sevilla. Sin embargo, las molestias ya no le permitirían jugar más que dos partidos más en el tramo final de temporada con el Barça B y el descenso zaragocista hizo inviable el contrato firmado. Intentó fichar por el Reading inglés, pero no pasó la prueba, y decidió hacer valer el precontrato firmado con el Zaragoza, donde en agosto del 2013 no pasó tampoco la revisión.

"Fue frustrante no pasar esa revisión, pero yo estaba con molestias. Tenía un contrato firmado y no es que quisiera agarrarme a él, pero al menos sí renegociarlo, ver otra vez las condiciones. Estaba dispuesto y así se le transmitió al Zaragoza, pero ellos se negaron en rotundo. No sé si era porque habían bajado, por los problemas económicos o porque estaba otra gente en el club. No sé por qué, pero se negaron...", recuerda. De hecho, Lobato estaba dispuesto a bajar sus emolumentos el 80% en el primer curso, la temporada pasada, y recuperar después esas cantidades. "Estaba dispuesto a bajarme mucho la ficha y no dieron la opción, les dijimos de ir allí y de entrenar, de estar a prueba, y nunca se me dio la oportunidad", añade.

Jesús García Pitarch, entonces director general, aludió en todo momento a que el contrato, al estar supeditado a la revisión médica, era nulo. "De lo sucedido no me sorprende nada porque en esos años con Agapito siempre hubo muchas cosas raras. Pero fue un mal trago", asevera el extremo, que de momento no tiene la intención de renunciar a ese contrato, del que pide la totalidad: "No sé lo que pasará, la petición está ahí. Mi decisión es ir hasta el final, eso lo tengo claro y es lo que me dicen los abogados. Ellos me dicen que hay un contrato de por medio, y que decidirá el juez. Cada uno defiende lo suyo", asegura el futbolista.

Bajarse el salario

En enero del 2014, y tras presentar la demanda ante el juez y no llegar a un acuerdo en el acto de conciliación, Lobato firma por Osasuna hasta junio pasado. Juega 12 partidos y 316 minutos, pero el club navarro, tras su descenso, decide no renovarle: "Tenía todavía molestias cuando estuve en Osasuna y no fue fácil, aunque hay pocos jugadores de élite que no tengan algún dolor o molestia. Decidieron que no siguiera. El verano pasado es cuando ya veo que no queda otra que operar y empezar de cero para volver a sentirme jugador".

El jugador, que había hecho un tratamiento a través de EPI --electrólisis percutánea intratisular--, pasó por el quirófano en Barcelona para limpiar el tendón de la rodilla. En los últimos siete meses ha estado sin equipo. "He estado con un entrenador personal y desde hace un mes me entrenaba con el Hospitalet hasta que surgió la opción del Asteras Tripolis".

Está desde la semana pasada en Grecia y a sus 25 años espera que el Asteras Tripolis sea el punto de partida. O el punto de reinicio. Asegura que, pese a los dos años de calvario desde que aparecieron las molestias en la rodilla, "nunca", pensó en tirar la toalla. "Sabía que al final me recuperaría. El Zaragoza fue una oportunidad que se fue al traste, pero no me como la cabeza, en lo único que pienso es en volver a lanzar mi carrera en Grecia, volver a ser el que era hace dos años. Así que no estaría mal que el Zaragoza se arrepintiera de no darme esa oportunidad, sería buena señal para mí", sentencia.