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La 23ª jornada de Segunda

El drama aumenta

El Zaragoza cae en Almería y ofrece con Carreras un aspecto cadavérico y de nula reacción

El drama aumenta

Dos derrotas dolorosas, las encajadas ante el Mirandés y ayer ante un Almería hecho un manojo de nervios, pero que fue capaz de ganar, gracias al talento de Quique y a los goles de un Chuli errático todo el curso, por segunda vez en 20 partidos, han convertido en un drama absoluto la situación del Real Zaragoza, en una crisis profunda, en un dolor como equipo, que lejos de levantarse con la llegada de Lluís Carreras da la impresión de ofrecer una faz mucho peor que hace un mes. Esa es la cruda realidad actual. Y no solo por los números, esos 4 puntos de 15, también por la imagen, por la poca vida que transmite un equipo a seis puntos ya de la promoción, a nueve del ascenso directo y que tiene por delante un calendario terrible para que febrero sea el que marque la realidad de esta temporada. Ahora mismo, tiene todo el aspecto de ser durísima.

Agotada ya la bala del cambio de entrenador y con el final del mercado de enero hoy para transformar a un equipo donde por ahora han llegado cuatro jugadores --un centrocampista puede ser el quinto-- y se han marchado dos, el Zaragoza está instalado en una dinámica horrible de resultados y sensaciones. Casi se diría que la mejor noticia que tiene el equipo es un margen de 19 partidos, muchos, tiempo suficiente para que, con la remodelación de este enero, el bloque coja vuelo y se deshaga de ese aspecto cadavérico que ofrece ahora, una imagen que produce pavor al zaragocismo.

No ha logrado levantar Carreras al Zaragoza. Al revés, salvo contra el Llagostera, lo ha empeorado. Y no poco. En Almería revolucionó el once, cambió la portería, apostó por el recién llegado Campins, dio la titularidad a Dongou, dejó en el banquillo a Diamanka, Tarsi relevó a Erik Moran, sancionado, y Mario, tras más de seis meses sin jugar, ocupó el puesto del también ausente Cabrera. La apuesta, visto lo visto, no salió, tuvo muchas más sombras que luces para que el técnico añada más dudas sobre el acierto de su llegada.

El Zaragoza, con un 4-4-2 de salida y con Dongou y Ángel como dupla de ataque, fue un enemigo casi inofensivo hasta que no se vio con dos goles por debajo en el marcador y Diamanka y Sergio Gil aumentaron la presencia en la medular. Hasta llegar a eso, el equipo de Carreras resultó la viva imagen de la impotencia ante un Almería que, con defensa de cinco, era un flan, dando muchas facilidades atrás que el Zaragoza solo estuvo a punto de aprovechar en la última jugada del primer acto, cuando Dongou, en su única acción interesante, asistió a Pedro, que se topó con Casto.

Hasta el ecuador, el Zaragoza se sostuvo en la concentración de Vallejo y en el ímpetu de Rico, en la seguridad aérea de Manu Herrera y solo se afiló en alguna arrancada de Ángel. En nada más. Tarsi no llegaba a hacer el trabajo suyo y el del siempre ausente Dorca, Campins sufría en demasía para sujetar a Dubarbier en su banda y Pedro e Hinestroza pasaban de puntillas sobre el partido, con el colombiano coleccionando elecciones equivocadas. El Almería era mejor en el medio, pero se estrellaba contra su propios nervios. Chuli y Quique, tras un error de Mario, tuvieron las mejores ocasiones locales, muy mal ejecutadas.

MINUTOS LETALES

Así que el Zaragoza llegó al descanso con la sensación de solo ofrecer al partido algo de orden. Ni una propuesta más ante un enemigo, quede claro, flojo y atenazado, un muro fácil de derribar si de verdad se va a por él. El Zaragoza no lo hizo. Es más, se disparó al pie en siete minutos letales. Una pared de Quique con Chuli con todos los zaragocistas y Mario en especial como observadores selló el primero en el 53 y, tras un leve intento de Ángel, llegó el segundo en el 60. Quique se deshizo de Tarsi primero, de Mario después y encontró a Dubarbier, que asistió a Chuli, que tras el error de Manu anotó fácil el 2-0.

Apostó entonces Carreras por regresar al 4-1-4-1, con Gil y Diamanka y tras quitar a Dorca y Dongou, y el Zaragoza ofreció mejor cara, también propiciada porque el Almería ni con ventaja está para demasiado. Tampoco los cambios que introdujo Gorosito --Puertas, Lolo Reyes y Pozo--, le evitaron la caída. Diamanka, disperso siempre pero que tiene que ser titular en este Zaragoza, tuvo una y Pedro estuvo cerca de sorprender a Casto. Carreras se jugó una última bala y apostó por Jorge Ortí para juntar otra vez dos delanteros. Javi Ros no debutó pese a ser el único de los fichajes que estaba en Almería que venía con partidos en Segunda este curso, otra decisión incompresible de Carreras. Una buena jugada de Rico que Hinestroza no estropeó acabó en el centro del burgalés para que Ángel anotara el gol a falta de seis minutos y con el Almería destrozado por los nervios,

Ángel, tras un envío largo, y Rico, con un buen disparo que Casto despejó, elevaron las pulsaciones en el estadio de los Juegos del Mediterráneo, pero la exigua reacción del Zaragoza no dio para más. Solo para ver a Vallejo lesionado en la enésima dolencia muscular del curso --otra película de terror, por cierto, la de la enfermería-- y para comprobar, con el pitido final, que este Zaragoza es la viva imagen de un drama que crece, que aumenta sin que Carreras atisbe por ahora la forma de ponerle un freno que es ya vital antes de que esta dinámica obligue a pensar en un objetivo mucho más vulgar como sería la triste continuidad en Segunda.

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