«Se lo merece. Ha sido el mejor del año. No sé si hubiese podido con él hoy, tal vez no, pero había que intentarlo», dijo Valentino Rossi, sabedor de que estaba elogiando al niño que lo jubilará sin su décimo título. «Nos ha dado una lección de regularidad. Ha sabido correr con cabeza y, sin tener la mejor moto, nos ha ganado», explicó Jorge Lorenzo, el tricampeón que cedió su corona, maldiciendo los neumáticos Michelin. «Este título es más importante que el primero, porque este título lo ha ganado sin tener la mejor moto y, por tanto, tiene muchísimo mérito», contó el bueno de Andrea Dovizioso.

Ellos, que son los que más saben, los que se juegan la vida rozándose, acariciándose a 350 kms/h, rindieron pleitesía al nuevo tricampeón, que empezó la carrera dudando, impreciso, ansioso, pero sabiendo que iba a ganar. Fue Lorenzo quien se escapó y lideró las tres primeras vueltas, pero cuando Márquez se dio cuenta de que iba lento y que le podía complicar la vida, le pasó y empezó su pulso, aplazado, buscado, perseguido, soñado, con Valentino Rossi. Y fue ahí donde el Doctor empezó a enterrar sus posibilidades de éxito. Vale le hizo un interior y Márquez respondió con un adelantamiento suicida: «Después de ser tan agresivo y pasarle, pensé: ‘anda, escapa, que estará enfadado y mucho’. Y me fui».

Irse significó rodar a 1.45 cuando los demás, Rossi incluido, giraban en 1.49. Cualquier otro hubiese tirado la toalla pero, como reconoció el mismo jefe del Mundial, Carmelo Ezpeleta, «hay que agradecerles, y mucho, a Lorenzo y Rossi que se fuesen al suelo persiguiendo a Márquez, queriendo ganar y no puntuar».

Y sí, el pececito se les escurrió entre los dedos a los tiburones de Yamaha, que hacía siete años que no veían a sus dos estrellas en el suelo. Márquez, que era un reloj, empezó a enterarse de la película a través de la pizarra de su muro. Al Valentino out de la vuelta 7, siguió, a falta de solo cinco giros, el Lorenzo out, que le convertía en tricampeón. Marc reconoció que ese anuncio decisivo, celestial, enviado por la yaya, convirtió su cerebro en una trituradora. «No sabía lo que hacía, no acertaba a meter las marchas, frenaba tarde y mal, no plegaba, no, no…¡Para, Marc, para, que si sigues así, no acabas! ¡Para que viene Dovi! Y paré, hice un reset en mi cerebro y volví a ser el Márquez líder».

Y cruzó la meta dando patadas al aire, lanzando una coz de felicidad. ‘Give me five’ fue el lema escogido. ¿Y la frase? Punzante: «He visto nervioso a Valentino y he decidido pasarle y escaparme». «¿De verdad ha dicho eso Márquez? ¿Me lo dices en serio?», preguntó más tarde Rossi a la prensa. «Lo admiro, tiene una gran habilidad psicológica. Pues me habrá visto nervioso a través de mi casco. Prodigioso». Pues sí, prodigioso. Tres de cuatro, Doctor, tres de cuatro.

Y con solo 23 añitos.