Los últimos pasos se guían entre la inercia de estar viviendo un momento que será imborrable y el espectáculo de la panorámica. El pequeño Eneko mira perdido la grandeza de un paisaje infinito mientras su padre y su madre le animan a alcanzar la cumbre. Para este vasco de Tarragona, porque los euskaldunes nacen donde quieren, ese día es un egun handia. Es su bautizo. No es que a los nueve años le vaya a caer un chorro de agua bendita, es mucho mejor, ha hollado su primer tresmil: el Rubinyera.

Antes de la avenida de las grandes nieves, en el crepúsculo cromático de la belleza del otoño, este tresmil raspado y capicúa (3.003 metros) del Sobrarbe es una magnífica iniciación a la alta montaña para tempranos montañeros o para senderistas que quieran probar nuevas sensaciones en esa cota atractiva del Pirineo. En unas seis horas se puede coronar una cumbre sin mayores preocupaciones que todo el compromiso que hay que adquirir cuando se va al monte: previsión, seguridad y ejecución consciente.

Esta excursión debe comenzar en el asfalto. Frente a la puerta de las durmientes piscinas de Bielsa existe una maquinita donde sacarse el ticket que da acceso a la pista de Ruego. Tres euros para su mantenimiento. Luego hay que dirigirse en coche hacia Francia, sin llegar al túnel. En Parzán se debe tomar la carretera que asciende a Chisagüés por la orilla izquierda del río Real, y luego pasar a una pista bien acondicionada que es el recorrido de la GR11. Se puede dejar el vehículo en varios puntos, según la tracción y las ganas de andar de las que se dispongan. Hay que abrir y cruzar una valla que impide salir al ganado vacuno en verano, bien tranquilo en el fondo de Montaña de Aruego y bajo la pirámide del Comodoto. 

El inicio de referencia es Borda Brunet. Con 4x4 se puede llegar hasta la pleta de Petramula (1.916 m.). ¿Merece la pena? A pie no es más de 20 minutos más. Al llegar a esta plana nos topamos con el desvío a la Estiba y de ahí a la Valle Verde por Lalarri o Espierba. 

En esta página seguimos rectos y ascendiendo junto a una cascada del barranco de Petramula con el bello Chinipro como vigilante de nuestros andares. En un remanso la senda gira a la derecha (a la izquierda vamos a la Estiba) para raspar la caída herbosa el Clot de los Gabachos, cuyo nombre advierte que estamos a nada de Francia. A nuestra espalda amanece sobre la silueta de la Estiba el perfil de las Tres Marías y el descanso del Collado de Añísclo en la muralla de Pineta.

Vistas al infinito

En hora y poco se alcanza el collado de las Puertas desde el que se podría continuar por una corta glera hacia los ibones de L’Almunia, solo hay que añadir 15 minutos, y el homónimo pico de nivel y desnivel superior. Para el Rubinyera hay que seguir los hitos que nos mandan al noreste rodeando por la espalda un saliente rocoso y remontando después zonas de prado con otras más descompuestas e, incluso, vadeando algún barranco. 

El efecto de la nieve ha erosionado la roca hasta convertirla en tamaños mínimos limpiados por las botas de los excursionistas que dejan una senda fácil de reconocer y seguir. En otra hora de exigencia se alcanza un colladete sobre el vecino Valle minero de Barrosa y, tras girar, a otro collado menor desde el que ya percibimos la altura alcanzada y abajo los mencionados ibones de La Munia. Ojo en este punto. Hay dos opciones. Pensando en peques es mejor obviar la que nos manda abajo, por el vértigo, y hacer una trepada corta, nada difícil y divertida por unas placas poco inclinadas y sin patio con muchos agarres que no supera los tres metros.

Superado este escollo sin más problemas se llega al crestero cimero que, en no más de diez minutos, lleva a Eneko y sus padres hasta su objetivo. En el cogote de este tresmil raspado hay que quedarse un buen rato. Las vistas, en días despejados, advierten delante As Tres Serols y una magnífica perspectiva de la cascada del Cinca, los Astazus, todo el frontal de la Valle Verde, la imponente L’Almunia como vecina protectora y detrás se intuyen Culfreda, Suelsa, el Gran Bachimala o Llardana… Al otro lado queda Francia y en la lejanía se vislumbra el Comachibosa y las primeras cumbres panticutas y el Alto Gallego. Una pasada que meterá el bichito del montañismo a Eneko. Y a cualquiera.

No queda más que descender hasta el punto de partida en unas seis horas sin prisas o incluso completar la jornada con una visita a los ibones de la Munia o descender por estos hasta Lalarri en una travesía larga, si se tiene buenas piernas y se ha apeado otro coche en el Parador.