Karim Benzema cumplirá 35 años el día después de la final del Mundial de Catar. Y puede que lo haga siendo Balón de Oro, campeón de Europa e, incluso, campeón del mundo. Ninguno de los compañeros de clase que hacían bullying Coco, como le conocían en el colegio, sospechaba que aquel niño regordete alcanzaría ese estatus. 

Pero Karim hoy es claro favorito a ganar el Balón de Oro tras reconvertirse en goleador sacudiéndose el sospechoso aroma de delantero bohemio que le persigue. Es uno de los ocho Benzema (Gressy, Sabri, Nafissa, Faryd, Lydia, Sofia, Celia, Leticia y Karim) que se criaron en las calles del conflictivo barrio de Bron, en las afueras de Lyon. Gressy y Sabri trabajan con él. El resto hace su vida con discreción. 

Coco comenzó a jugar al fútbol en el Bron Terraillon, hasta que un doblete ante el Lyon provocó su fichaje por el Olympique. Ejerció de recogepelotas del primer equipo, hasta que un día subió a entrenar con ellos. Carew, Malouda Wiltord le gastaban bromas, pero Karim se cansó: "He sido vuestro recogepelotas, pero ahora vengo a competir con vosotros y a hacerme con la camiseta número 10". 

Punto de inflexión

Llegó al Real Madrid en 2009, pero su punto de inflexión se produjo con la marcha de Cristiano Ronaldo. Dejó de jugar de espaldas y comenzó a mirar a portería. En las cuatro temporadas junto a Ronaldo no alcanzó los 20 goles por temporada. En los cuatro sin él suma más de 30 goles por curso. Él lo explica con naturalidad: "Tenía que moverme más y darle espacio a él. Se fue, tomé su relevo y ahora me ocupó yo de marcar los goles".

Thomas Tuchel, del Chelsea, sostiene que "Benzema es uno de los jugadores más subestimados del mundo" y para Zidane, "Karim es el mejor delantero del mundo". Si hubiese lanzado los 91 penaltis que tiró Cristiano ya sería el mayor goleador de la historia del Madrid. El mejor jugador probablemente hace tiempo que lo es.