El número 38 de la avenida San José cuenta desde hace medio año con un negocio que no pasa desapercibido para los viandantes. Es la peluquería china unisex que regenta el joven matrimonio formado por Yan Hua Chen y su marido Yong Long Ruan, de 25 y 28 años. Como es habitual en el comercio asiático, muy extendido en este barrio, los bajos precios --lavar y cortar, 10 euros para mujeres y 8 para hombres-- y la disponibilidad horaria --de 9 de la mañana a 9 de la tarde-- son sus principales reclamos. Pero no los únicos: "El precio incluye masaje relajante en cabeza y espalda", apunta la mujer.

"Llevo tres años y medio en España, siempre en Zaragoza, es una ciudad muy buena y bonita", explica ella, que hasta el año pasado trabajó como camarera en cafeterías de sus compatriotas. "Aprendí español hablando con los abuelos en el bar", dice orgullosa. A principios del 2011 llegó su marido, que tiene siete años de experiencia con la tijera en su país. Juntos decidieron montar su propio negocio, siguiendo los pasos de otros miles de emprendedores chinos en España, pero en un sector menos explotado por los suyos. "Él --Yong Long-- es el peluquero, muy bueno. Yo lavar, secar y peinar y hago tintes", explica con una permanente sonrisa. Yan Hua hace además de relaciones públicas y ayuda a su pareja, que apenas habla español, en la comunicación con los clientes.

Las revistas del corazón españolas se entremezclan con periódicos chinos en la zona de espera, prueba de la variedad de su clientela. "Vienen de todo. Tenemos muchas mujeres españolas y también chinos, porque en esta zona hay muchos bares chinos", explica. "Estamos contentos, cada vez viene más gente". Pese a todo, también nota la crisis. "Ahora está flojo, sino trabajamos mucho no puede ser. Hay que pagar Seguridad Social, piso, luz...", comenta. Tal sacrificio pasa por trabajar 12 horas diarias, una carga que no les permite cuidar a su hija en España.