Un mismo fenómeno puede provocar efectos muy diferentes. Tomemos por ejemplo la progresiva implantación del calendario gregoriano a partir de finales del siglo XVI. En buena parte de los Países Bajos, al viernes 21 de diciembre de 1582 le siguió el sábado 1 de enero de 1583, con lo que sus habitantes se quedaron sin navidad. En cambio, en algunas zonas de Austria el domingo 25 de diciembre de 1583 siguió al sábado 14 de diciembre, con lo que las fiestas llegaron con adelanto. Otro ejemplo: los datos que apuntan a la recuperación económica mundial y sus consecuencias. Ayer se supo que China creció en el segundo trimestre un 7,5%, una décima más de lo esperado. Es la primera aceleración después de tres trimestres de freno, propiciada por la decisión del Gobierno de aumentar el gasto y los créditos para contrarrestar la caída del ladrillo. Y los inversores lo acogieron con alegría.

La víspera, en cambio, habían recibido cariacontecidos el anuncio de que la Reserva Federal podría adelantar a este año la subida de los tipos de interés, pese a que muchos analistas lo interpretan como que la recuperación estadounidense es más robusta. Otros advierten que no será una buena noticia si responde a que la inflación será mayor de la prevista. Habrá que ver, pero ayer el mercado solo tenía ojos para China. El Ibex 35 subió el 1,84% en su mayor alza desde marzo, hasta 10.668,4 puntos, con la prima de riesgo en 146 puntos básicos.