Después de unas merecidas vacaciones de Semana Santa, los alumnos de Artes Escénicas del IES Pedro de Luna de Zaragoza fuimos a ver en el Teatro de la Estación una obra titulada Viaje a Pancaya. Acudimos con muchas ganas e ilusión: tenemos afán por ver obras teatrales, siempre, y en horario de clase… Mucho mejor. Lógicamente no solo fuimos nosotros, sino alumnos de otros institutos.

Este hecho normalmente es de poca relevancia, pero en este caso sí la tiene. Os preguntareis el por qué: por la duración de la obra. Normalmente las obras de teatro en las que el público paga su entrada y van libremente, tienen una duración de más de una hora y media. Esta versión duró una hora. Lo cual, a los alumnos de Artes Escénicas se nos hizo corto, pero entendemos que a otro tipo de alumnos, el teatro no les apasione en la misma medida; desde ese punto de vista, una hora, es más que suficiente.

Viaje a Pancaya es una recopilación de diferentes entremeses (pequeñas piezas dramáticas que se introducían antes, durante y después de una representación de una obra de teatro, no el plato de combinados que le dan a los niños en las Primeras Comuniones). Cada uno tenía una trama diferente, lo cual era de esperar, porque son entremeses distintos, naturalmente.

Perfectamente hilado

Lo que no sabíamos era cómo iban a hilar unas piezas con las otras. Pensábamos que iban a ser cortes muy abruptos y que no nos iban a gustar. Y nos alegramos por habernos equivocado. La historia estaba perfectamente hilada con la trama principal, siendo ésta la presentación de una compañía teatral de las del siglo XVI, que acaba de llegar a un pueblo y van a interpretar diferentes historias, que suelen concluir con una canción que explica el tema principal de la escena anterior.

Así, el comienzo fue muy interesante: luces muy tenues, máscaras de la peste, vestimentas oscuras, textos en verso y mucho misterio. Me gustó mucho cómo enlazaron el final de la obra con el principio. En vez de salir con máscaras de la peste, aparecen con mascarillas quirúrgicas, aludiendo a las similitudes entre el pasado y el presente. Nos gustaron mucho los entremeses en que se mostraba la vida cotidiana, como las disputas de criados e hidalgos, o la pelea entre actores y actrices para saber cuántos papeles puede interpretar la mujer en comparación con el hombre. La interpretación de los actores y actrices fue excelente, hicieron un trabajo maravilloso en la representación y además en el coloquio luego nos expusieron los temas que se trataron en la obra, ya que había ciertas dudas al principio para la perfecta comprensión.

Elementos actuales

Es la tradición con un soplo de aire fresco. Es la mezcla de elecciones teatrales tradicionales con elementos actuales, como la temática feminista en una de las escenas. Las máscaras facilitaban el cambio de personajes y ayudaban al público a meterse en la historia, así como aumentaban el grado de humor y degradación del personaje y reforzaban la puesta en escena.

El mencionado coloquio posterior a la representación demostró la profesionalidad y la amable personalidad de los actores. Salimos con muy buen sabor de boca, nos gustó la experiencia y gozamos especialmente cuando sonó Hoy comamos y bebamos de Carlos del Encina. Lo único que nos falta decir es enhorabuena por esa fantástica representación a los actores, directora y técnicos tanto de luces como de sonido y, si tenéis la oportunidad de verlo, id sin dudarlo.