--¿Qué ciudad quiere Zaragoza en Común para los próximos cuatro años?

--Queremos una apuesta por una integración social de los más afectados por la crisis, con un plan de emergencia social hacia las personas en paro o con problemas de desahucios, entre otros. Combatir la exclusión con nuevos planes de creación de empleo orientados a la rehabilitación y búsqueda de la eficiencia energética. En vivienda, propiciar la construcción en régimen cooperativo y cesiones de suelo para pisos que volverían al ayuntamiento a los 50 años, forzar que salga al mercado por lo menos un tercio de las entre 30.000 y 50.000 viviendas vacías que hay, y ofrecer alquileres sociales. Queremos una ciudad más amable, sin enfrentar al tranvía con autobús y dar solución a los barrios que se hayan visto perjudicados por la falta de planificación. Propiciar una Zaragoza transparente y participativa, auditar las cuentas de forma permanente. Y que aproveche la creatividad de los ciudadanos unificando los órganos de gestión cultural.

--En movilidad se conocen muy poco de sus propuestas. ¿Defienden seguir con la línea 2 del tranvía?

--Hay que esperar a los estudios técnicos del tranvía. La línea 1 ha sido bien valorada pero los planes europeos hablan de que la rentabilidad debe estar en torno a los 250 habitantes por millón de euros invertido y en el autobús se trata de 50, así que hay que analizar cuáles son esos hábitos de desplazamiento para determinar que vehículo debería usarse para satisfacer la demanda. Determinar si hay que acometerlo o posponerlo, pero no excluye un debate abierto para que los ciudadanos se pronuncien y decidir si es mejor el tranvía o autobuses eléctricos con plataforma única y prioridad semafórica.

--¿Y no habría sido mejor esperar a que se pronunciaran el próximo 24 de mayo antes de gastar el dinero en ese estudio para la línea 2?

--Probablemente sí, y también la línea 1 se hubiera desarrollado con más transparencia. Pero lo que se está haciendo no determina su realización, solo los hábitos de desplazamiento, demanda potencial, por dónde, qué itinerarios... ¿Por qué no alcanzar una decisión en uno u otro sentido con los datos que ese estudio facilite?

--El candidato del Partido Socialista aseguró que no iba a ser un talibán del tranvía. ¿Usted tampoco?

--Es que es una estupidez hablar de que el tranvía es de izquierdas y el autobús de derechas. Darle un cariz ideológico a un debate que debe ser técnico es absurdo y fantasmal.

--En materia económica, ¿va a subir los impuestos o los va a bajar?

--Lo primero que hay que hacer es una auditoría, y no solo de las deudas, sino también de los gastos comprometidos y que quizá no se deberían haber acometido. Y me refiero a grandes fastos o grandes edificios y proyectos que nos han hipotecado el futuro. Hay que cortarlo y darle a la ciudad a conocer dónde se ha tirado el dinero y, si hiciera falta, reclamar responsabilidades en los tribunales. Pero Zaragoza también necesita recursos para hacer frente a ese plan de emergencia social. El problema con los impuestos es que unos venden la moto de que los van a bajar y terminan subiéndolos. Lamentablemente estos nunca bajan. La cuestión es quién los paga y cuál es la carga impositiva entre unas personas y otras. Si le va a tocar siempre a la clase trabajadora la presión más fuerte o hacemos diferenciación en función de la renta.

--¿Y el catastrazo del IBI para el 2016 cómo lo solventaría?

--Pues como se han terminado las bonificaciones hay que estudiar bien de qué forma se puede compensar esa subida del 30% que se prevé. Pero hay que subvencionar a las rentas más bajas como sea y estamos apostando por una progresividad en materia de impuestos, buscar una armonización fiscal, y por ejemplo también acabar con las injusticias que se están produciendo con el de plusvalía en sucesiones. Pero no nos olvidemos que esto es culpa de la herencia que viene de las políticas del PP en el Gobierno central. Y requiere cambios de calado más profundo que el 2016. Nuestro mensaje es claro: hasta donde lleguemos, llegaremos pero nuestra voluntad es terminar con esa sangría que suponen muchas veces esas políticas para unas familias que ya tienen el cinturón demasiado apretado.

--¿Han calculado cuánto necesitaría Zaragoza para hacer frente a esa emergencia social?

--Está muy estudiado porque nuestra segunda candidata, Luisa Broto, es trabajadora del ayuntamiento y ha dejado claro que en materia de servicios sociales solo con subir un 2% más, es decir, cinco millones más de los que se destinan actualmente, se podrían afrontar gran parte de estas ayudas de emergencia pendientes. Eso supone que del presupuesto se pase de un 10% del total a un 12%. Pero también implica un cambio en la reorganización, que no sea una mera ventanilla que abre y marea al ciudadano en la búsqueda de papeles y que luego le digan que no se les va a poder dar, sino que sean agentes comunitarios que puedan intervenir en el tejido social, buscar nichos de empleo y buscar elementos de lucha contra la exclusión.

--Aunque no sea competencia municipal, ¿en materia de empleo tiene alguna medida novedosa?

--Aparte de las viviendas en régimen cooperativo, que serviría para cerrar muchas de las cicatrices de barrios consolidados, creemos que hay que apostar más por la rehabilitación y la búsqueda de la eficiencia energética en edificios, hay que incluir cláusulas sociales en los contratos que permita dar trabajo a parados de larga duración o personas en riesgo de exclusión, o la remunicipalización de los servicios, o el terreno de la economía social, y también trabajar en favor del pequeño comercio.

--¿Están dispuestos a rescatar contratas cueste lo que cueste?

--No vamos a lanzar brindis al sol. Queremos saber si los pliegos se están cumpliendo, si son rentables y auditarlas. Lo que ha pasado con Parques y Jardines ha sido una tomadura de pelo y es grave, y eso se va a cortar de raíz. Lo que yo no me creo es que lo público sea peor gestionado y sea más caro que lo privado. Porque si estas contratas son a costa de que haya pocos trabajadores y tengan malas condiciones para que tengan beneficios, eso no es calidad de vida ni de servicio.

--En el caso de los barrios emergentes, ¿qué se debe hacer? Y, más concretamente, ¿qué haría con Arcosur en los próximos cuatro años?

--En el caso de Arcosur el problema es de una junta de compensación y de un gravísimo error cometido por la expansión de la ciudad en los términos especulativos en que se hizo y por el daño terrible que ha causado a los vecinos y al hundimiento de las cajas. Pero este problema hay que asumirlo y, aunque se piense en dejarlo como una reserva de suelo a futuro, hay que darles respuesta para atender sus necesidades de equipamientos, servicios educativos y sanitarios y de movilidad. No puede ser que les cueste más tiempo a ellos llegar al centro que a alguien de Huesca. O que su zona verde sea un campo de golf.