Elecciones 23J

El voto útil al PP y la oportunidad perdida del debate aumenta la incertidumbre en Vox

Abascal no pudo poner contra las cuerdas a Sánchez durante el debate desperdiciando su última gran baza de la campaña

Vox cuenta con ser tercero, pero reconoce nervios a la espera de ver cuánto cala el llamamiento de Feijóo a los electores de la derecha

El líder de Vox, Santiago Abascal, durante el debate a tres en RTVE.

El líder de Vox, Santiago Abascal, durante el debate a tres en RTVE. / EFE

Paloma Esteban

La campaña se ha hecho larga para casi todos los partidos. Dos elecciones cruciales en menos de dos meses y un panorama muy abierto que podría terminar en cambio de ciclo.

Vox se coronó el 28M como tercera fuerza política en las pasadas autonómicas y municipales, entrando en cientos de gobiernos municipales y algunas comunidades muy relevantes. Ahora queda la batalla final, la que se juega este domingo en las urnas generales. El partido de Santiago Abascal está convencido de que superará a Sumar y quedará tercero, pero la incertidumbre está en cotas máximas.

El líder de la extrema derecha no fue capaz de poner contra las cuerdas a Pedro Sánchez y Yolanda Díaz en el debate a tres de RTVE. Era una gran oportunidad, así lo reconocían dentro de Vox también, porque la ausencia de Alberto Núñez Feijóo dejaba todo el campo de la derecha libre. 

Sin embargo, tratando de medir el tono en todo momento para no pasarse de frenada (a diferencia de lo que hizo el líder del PP en el cara a cara con el presidente, que arrinconó a Sánchez) no logró ser tan efectivo. Intentó apretar con la ley del sólo sí es sí y la ley trans —grandes bazas para su electorado— pero no dio la sensación de que el Gobierno de coalición sufriera. Más bien, al contrario. Especialmente Díaz, que tuvo mucho protagonismo y confrontó directamente con Abascal.

En Vox insistían en la importancia del debate para hacer llegar a las casas de todos los ciudadanos (más de 4 millones de espectadores) su programa electoral “sin intermediarios, ni manipulaciones”. Pero lo hizo a medias. Incluso le deslucieron algunas críticas evidentes al Ejecutivo, como los pactos de la legislatura con los independentistas de ERC y EH Bildu. Se equivocó al decir que la izquierda abertzale apoyó la reforma laboral (no lo hizo) y pasó de largo con otras normas que son muy delicadas para la derecha como la de memoria democrática. En el PP celebraban el resultado del debate, lo que da muestra de que no se sintieron afectados. 

En las últimas horas de campaña Abascal se empleará a fondo en sus dos grandes feudos de electores: Murcia tocó este jueves por la noche y el viernes habrá un gran cierre en la Plaza Colón de Madrid, muy emblemática para la formación desde 2019.

La campaña no ha sido fácil para Vox ante la embestida del voto útil de Feijóo. Abascal ha ido midiendo con atención los ataques a su rival conservador para no ahuyentar a posibles electores compartidos (en el debate se vio cómo evitó criticar mucho al dirigente gallego) y, al mismo tiempo, ha insistido mucho en el que es el gran mensaje de su partido: si el PP gobierna en solitario, como pretende, no habrá cambio real ni derogación del sanchismo.

En los últimos días el líder de Vox ha utilizado ejemplos que todo el mundo entiende. Uno fue Cataluña. “Con nosotros no habría un artículo 155 de chiste, ni titubeos como hubo en 2017 con Rajoy”, dijo, defendiendo que hacía falta todavía “una intervención duradera” en esa comunidad. 

Los principales reproches a Feijóo han ido dirigidos a su estrategia ‘atrapalotodo’: “¿Cómo puede pedir su apoyo a los electores de Vox y, al mismo tiempo, a los de Podemos? No lo entiende nadie”. La duda que tiene el partido de extrema derecha y, por eso, la inquietud ha ido a más en estos últimos días, es hasta qué punto calará el llamamiento del líder del PP a los electores dentro del bloque de la derecha.

Algunos dirigentes sostienen que la fidelidad del elector de Vox es la más alta, y consideran que no habrá una gran penalización en votos. Pero sí son conscientes de que las circunscripciones pequeñas (las que reparten 4 o 5 escaños) son absolutamente clave. En las primeras el PP se afana por conseguir un 3-1 y evitar el empate con el PSOE. En las segundas, aunque no sea su pretensión, podría perjudicar a Vox en la obtención de su diputado.

En ese sentido, las quejas de Vox se han ido acumulando a lo largo de estas dos semanas por entender que el líder del PP “se equivocaba de adversario” atacando a su formación, y acusándole de “estar poniendo el riesgo la alternativa”. En Génova no ven este escenario viable, por mucho que quieran evitar a Abascal en su futuro Gobierno. Los principales dirigentes del PP creen que la suma de la derecha no corre riesgo, aunque tratarán de buscar otros apoyos. Vox, en cambio, considera que el PP “camina por el alambre” y que su estrategia puede tener peligros aritméticos y beneficiar a la izquierda.