La imagen se repite todos los años, pero siempre emociona. Los 153 niños del desierto saharahui que vienen desde hace quince veranos a pasar las vacaciones con su familia de acogida aragonesa se reencuentran después de todo un año separados, cada cual en sus labores. En todo caso, el contacto nunca se pierde, pues las casas de acogida se cartean habitualmente con los pequeños que regresan a su hogar en los campos de Tindouf, y en algunos casos, incluso pueden recibir una visita en sus casas.

Durante los meses de julio y agosto todos estos niños y niñas saharauis pasarán las vacaciones de verano con sus familias de acogida en diferentes localidades de casi todas las comarcas aragonesas gracias al programa Vacaciones en Paz que permite a estos menores, a través de cinco oenegés aragonesas, alejarse de las duras condiciones de vida que soportan en los campamentos de refugiados saharauis, en Argelia, en esta época del año en la que las temperaturas pueden llegar a alcanzar los cincuenta grados de temperatura, circunstancia que llega a afectar en la salud de los pequeños.

Cinco oenegés (Asaps, Lestifta, Arapaz, Um Draiga y Alouda) impulsan esta iniciativa con la colaboración del Gobierno de Aragón. Desde el año 1995 más de 1.600 menores de entre 8 y 12 años han pasado sus vacaciones en esta Comunidad. En concreto este año, 28 se encuentran en la provincia de Teruel, 76 en Zaragoza y 45 en Huesca.

Boca a boca

El éxito de este programa queda reflejado especialmente en la provincia de Huesca. La Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui, Alouda, destaca que este año han alcanzado su objetivo de lograr, al menos, una familia de acogida en cada una de las comarcas de la provincia. "Estamos convencidos de que cuando convives con estos niños descubres la causa saharaui", indica Carmen Aznar, secretaria de la organización. De este modo, gracias al boca a boca, obtienen una respuesta muy buena de las familias "y ya casi no es necesario hacer campañas de difusión", asegura.

Cuando el próximo 20 de agosto los pequeños tengan que montar de nuevo en el avión para regresar a sus casas del desierto, las lágrimas estarán en los rostros de todos los implicados porque la relación se hace muy estrecha, mantenida año tras año. "Durante el verano hacen una vida completamente normal: mucha piscina, bicicleta y mucho parque", apunta.

Además, durante estos días se realizan varias jornadas de convivencia entre todas las familias participantes, como la que se celebrará mañana en Benabarre, organizada por los miembros de Alouda. A su llegada los chavales ya visitaron el parque de atracciones de Zaragoza en compañía de la oenegé Arapaz.

Los niños y niñas suelen repetir con las mismas familias y además de obtener una vacaciones estupendas los saharauis reciben una buena alimentación y revisiones médicas "hasta donde se puede", en las que tratan de paliar las enfermedades más comunes del desierto, como problemas en la piel o la vista.

Agradecimientos

La consejera de Servicios Sociales y Familia, Ana Fernández, recordó el día de la llegada a Zaragoza que este programa se lleva a cabo desde hace 15 años en Aragón, "lo que demuestra el tradicional vínculo de los aragoneses con el pueblo saharaui y su solidaridad ante la injusta condición de refugiados en la que viven". Así, Fernández añadió que con este programa "se saca a los niños de las duras condiciones climatológicas del desierto, se les hace una revisión médica que no se les puede hacer en los campamentos por falta de recursos y, sobre todo se fomenta la convivencia entre niños de diferentes culturas".

Carmen Aznar también quiere trasladar desde Alouda su agradecimiento a todas las familias, e instituciones, que hacen posible estos encuentros, como por ejemplo el departamento de Servicios Sociales y Familia. Este año se ha financiado a las entidades con unos 88.000 euros que se dedicarán a este programa y las actividades que se celebren a lo largo del verano.

De modo que no hay excusa, ya que en el programa puede participar cualquier tipo de familia, aunque preferentemente se valora a familias que tengan hijos con edades similares al que van a acoger; que el niño no suponga un gasto añadido insalvable para la familia; que los padres acogedores dispongan de tiempo suficiente para poder atenderle; que la población de residencia de los padres acogedores no esté aislada de las poblaciones donde van a residir el resto de los niños saharauis, o si se da el caso, que varias familias acojan a los pequeños saharauis en la misma población.