Imagina por un momento cómo sería tu vida si no hubieras podido ir al colegio cuando eras niña o niño, si no hubieras podido aprender a leer, a escribir, a sumar, restar, multiplicar y dividir. Piensa en todas las acciones que puedes realizar por ti misma/o gracias a saber leer, escribir, contar y todas las posibilidades que te abre de relación, de conocimiento, de intercambio de ideas, de ser.

Pues bien, si no cambian las cosas, en 2015 se estima que 47 millones de niñas y niños en todo el mundo seguirán sin escolarizar, de los que 28 millones serán niñas, y que el continente africano no alcanzará, en su totalidad, este objetivo hasta el año 2150.

Aunque se han realizado avances, todavía son muchas las barreras: la pobreza dificulta que las familias puedan pagar las tasas de matriculación; las niñas tienen más dificultades para acceder a la educación y continuar con los estudios, ya que, a menudo, se las hace responsables del cuidado de la familia en edades muy tempranas; la calidad de los recursos educativos es muy escasa en los países en vías de desarrollo- los materiales no son adecuados, el profesorado es escaso, mal cualificado y mal remunerado. Debemos continuar trabajando para que todas y todos tengamos acceso a una educación de calidad que nos ayude a ser.