Durante el verano, aunque no lo parezca, hay mucha gente que se queda en la capital aragonesa. En la Casa de Amparo lo saben, ya que sus residentes por razones de edad no pueden disfrutar de estas fechas como se merecen, así que se apoyan en el cuerpo municipal de Voluntariado por Zaragoza para atender durante estos meses con especial atención a sus residentes. Así, juntos y en compañía hacen más agradables las horas de más calor y distraen la mente como las personas que viajan a lugares exóticos.

Desde hace ya bastante tiempo el Voluntariado por Zaragoza tiene un papel fundamental en la vida diaria de la casa, colaborando en el cuidado de los mayores desde hace dos años.

Una de las funciones que desarrolla el cuerpo municipal para lograr estos objetivos son los acompañamientos individuales. A través de un proceso de entrevistas por parte de los profesionales tanto de la Casa Amparo como de Voluntariado por Zaragoza, se intentan establecer "parejas de acompañamiento" formadas por un residente y una persona voluntaria. Intentando buscar relación entre sus aficiones, experiencias, inquietudes o perfiles, estas parejas propuestas se van conociendo poco a poco estableciendo lazos cada vez más estrechos. La labor del voluntariado es que su residente se sienta acompañado, tenga la ilusión de esperar la visita, a poder ser semanal, del voluntario o la voluntaria. Por supuesto, se le felicita y acompaña en su cumpleaños y en otras fechas señaladas.

Llegado este periodo de vacaciones la labor del voluntariado continúa. Así, se anima a todas las personas voluntarias que realizan esta labor de acompañamiento que en los días que estarán fuera de la ciudad, llamen a su residente, le envíen una postal o incluso que le hagan una visita rápida si pasan algún día por la ciudad. Estos gestos son recibidos con mucha alegría por los residentes que esperan ansiosos el regreso de la persona voluntaria para que le traiga noticias.

Esta es la situación de Loli Chamarro, que en medio de sus vacaciones ha regresado para estar con la anciana a la que acompaña. Se quedó ciega por la diabetes y requiere bastante atención para evitar que caiga en etapas depresivas. "Están muy necesitados de ayuda, sobre todo en lo personal", apunta la voluntaria.

Explica que juntas forma una gran pareja, que le cuenta cosas de su vida y que colaboran en lo posible. "No sé si la ayudo, pero disfruto mucho de su compañía", destaca.

Para Chamarro, la colaboración con la Casa de Amparo es algo habitual, pues también participa en las salidas culturales y en ocasiones ha acompañado a residentes al hospital, a realizar sus tratamientos.