Las proporciones de la crisis humanitaria en Somalia, donde se ha declarado una hambruna, son "absolutamente dramáticas" según reconoció ayer el alto comisionado de la ONU para los Refugiados, Antonio Guterres, quien lamentó la escasa capacidad de respuesta que ha tenido la comunidad internacional hasta ahora.

"Estamos angustiados porque lo que hacemos no es suficiente cuando miramos la dimensión de la tragedia. Estamos ante un drama humanitario de proporciones no conocidas", explicó a Efe.

En el campamento de refugiados de Dollo Ado (Etiopía), la tasa de mortalidad llegó a alcanzar los 7,4 decesos diarios por cada 10.000 personas (una emergencia es declarada cuando se llega a una muerte por cada 10.000).

En el sur de Somalia, la zona más afectada por la sequía, la tasa de malnutrición aguda alcanza hasta el 82 % y la mortalidad entre los menores de cinco años es de 4 por cada 10.000 en todas las áreas de las que existen datos.

El responsable para la cuestión de refugiados en la ONU dijo que esta sequía "no es la primera ni será la última" y confesó que lo que más le impresiona es que "la comunidad internacional no haya podido desarrollar medidas de prevención a largo plazo para dar capacidad de resistencia a las comunidades".

Recordó que con el cambio climático puede esperarse que los desastres naturales, como la sequía en el Cuerno de África, sean más severos y frecuentes.

"El aumento de la población, la urbanización, el cambio climático, la inseguridad alimentaria y los problemas de agua constituyen un conjunto de megatendencias que se solapan entre ellas con dramáticos impactos humanitarios", explicó.

ESTRATEGIA GLOBAL Ante esa evidencia, lamentó que no haya "una estrategia global de la comunidad internacional capaz de dar una respuesta coordinada a los retos del presente".

De la situación en Somalia, Guterres aseveró que es altamente compleja y tiene tres escenarios: los refugiados somalís que huyen a Kenia, los que cruzan a Etiopía (en ambos casos se les acoge en campamentos gestionados por el Acnur) y los que se quedan dentro del país.

Todo ello en el contexto de la sequía que afecta a un total de 12 millones de personas en Somalia, pero también en los países de acogida Kenia y Etiopía, y en menor proporción, en Yibuti, que conforman la región conocida como el Cuerno de África. Según datos de la Alta Comisaría de la ONU para los Refugiados, más de 800.000 somalís están fuera de su país, el 90 por ciento de ellos en Kenia (445.000), Yemen (191.000), Etiopía (156.000) y Yibuti (16.700).