-¿Por qué una iniciativa de educación para el desarrollo, como Unaquí, aborda temas de alimentación?

-Quique Cabezudo: Dentro de todas las temáticas que estamos abordando dentro del ámbito de la educación para el desarrollo y la ciudadanía global, en Aragón estamos incidiendo bastante en el tema del consumo responsable y la alimentación. Notamos que ya hay una especial sensibilidad hacia este tema en los centros educativos. De hecho, en Zaragoza hay una importante red de huertos escolares, que se enmarca dentro de estos proyectos educativos sobre consumo responsable.

-¿Qué cifras globales alcanza el despilfarro de alimentos? ¿Tanto como para llegar a ser un asunto a abordar dentro de la educación para el desarrollo?

-Edurne Caballero: Se calcula que un tercio de los alimentos que se producen a escala planetaria se tira. Estas cifras globales son extrapolables a escala local. Este fenómeno se da en todos los eslabones de la cadena alimentaria. En la fase de producción, hay alimentos que no cumplen con las exigencias del mercado y no se recogen. En la distribución, muchos alimentos se deterioran y ya no llegan a consumidor. En la comercialización también se tira aquello que no se vende o que no cumple con ciertos requisitos. Y en los hogares también se tira la comida que no se llega consumir a tiempo.

-¿Qué consecuencias tiene este despilfarro en términos de desarrollo humano?

-(E. C.) Esto se traduce en una enorme pérdida de recursos naturales que se extraen del planeta para no ser consumidos, y que ni siquiera son devueltos a la tierra en forma de compost. Y esto ocurre mientras los niveles de pobreza y de necisidad de alimentos son enormes. Una de cada 9 personas del planeta pasa hambre mientras se tira un tercio de los alimentos. Esto son 1,3 millones de toneladas al año, unos 180 kilos de comida por persona y año. No se necesita producir más alimentos para alimentar al planeta. El problema es de acceso, no de producción. Y la clave a nivel global está en qué factores determinan ese acceso a la alimentación.

-¿Qué hay que hacer para garantizar el acceso a la alimentación?

-(E. C.) Es un fenómeno altamente complejo en el que los intereses económicos juegan un papel decisorio. En las bolsas internacionales de alimentos se juega y se especula con ellos como si fueran una mercancía más, pero no lo son, porque constituyen la base de la vida de las personas. Hay que cambiar este concepto, a la vez que se desarrollan políticas de protección para el acceso de las personas a los alimentos, de protección de su salud a través de la producción de alimentos saludables y de protección del medio ambiente, porque si seguimos el actual ritmo de devastación de los recursos naturales, llegará un momento en el que ya no se podrán producir más alimentos. Al problema de la especulación a futuro, con la bolsa de Chicago como mayor exponente, se suma el de la retención, una acumulación de alimentos (como los cereales) para manipular sus precios y evitar que bajen.

-¿En qué va a consistir la jornada sobre despilfarro de alimentos?

-(Q. C.) En esta jornada queremos presentar experiencias reales de trabajo contra el despilfarro de alimentos en centros de enseñanza porque creemos que esto puede motivar a otros agentes educativos (profesores, padres, educadores del ámbito no formal, oenegés...) a trabajar es tema en sus respectivos espacios.

-¿Por qué se centran precisamente en el ámbito educativo?

-(Q. C.) Como dijo Nelson Mandela, la educación es la herramienta más poderosa para cambiar el mundo. A través de la educación podemos concienciar sobre el problema que supone el despilfarro de alimentos, pero también dar un paso más allá y empujarla hacia un consumo más responsable en su día a día. Pequeños actos individuales, sumados, pueden tener una gran repercusión a nivel global.

-¿Son los niños los destinatarios finales del mensaje de la jornada del día 10?

-(Q. C.) Al final son los pequeños quienes pueden ejercer como una especie de altavoz en sus casas y concienciar a sus padres para que no desperdicien alimentos. Para ellos hemos elaborado una guía didáctica que incluye una actividad para que los niños y niñas se conviertan en investigadores del despilfarro, tanto de lo que se tiran en el colegio como en su casa.

-¿Puede poner algún ejemplo cercano de buenas prácticas en colegios?

-(Q. C.) El comedor del colegio El Espartidero, del barrio de Santa Isabel, es un gran ejemplo sobre consumo responsable y de alimentos de kilómetro cero, ecológicos y de temporada. Esto se ha integrado dentro del proyecto educativo del centro y han conseguido que esta cultura en contra del despilfarro, que surgió a iniciativa de la AMPA, esté trascendiendo a todos los escalones de la comunidad eductiva. Incluso han prohíbido las servilletas de papel.