¿Qué importancia tiene la figura del voluntariado para una entidad como la Fundación Down Zaragoza?

La labor del voluntariado en muchos de los proyectos en los que participa es indispensable. Si no fuese por su dedicación, algunos departamentos, como el de ocio, no existirían. Da servicio a 70 participantes, desde los seis años hasta mayores de edad. Pero en él solo trabajamos tres profesionales en la parte de adultos, y nos echan un cable dos compañeras del de atención postemprana. Si piensas en la ratio, no salen las cuentas; fíjate si es indispensable su labor. Y solo estoy poniendo un ejemplo muy específico, pero el voluntariado abarca muchos otros proyectos de la entidad, y la pandemia nos hizo valorar todavía más su importancia. Por eso, nunca me voy a cansar de dar las gracias a cualquier persona que da lo más valioso que tenemos, que es el tiempo.

¿Cómo complementan los voluntarios el trabajo de los profesionales?

Hace nada, tuvimos las convivencias anuales de profesionales y voluntariado de la entidad. En la plantilla estamos de acuerdo en que nos aportan otro punto de vista, aire fresco. Los y las profesionales venimos de las mismas carreras, pero entre los voluntarios hay personas con y sin estudios, de distintas edades y con unas trayectorias laborales que nada tienen que ver con la nuestra. En base a su experiencia de vida y sus aprendizajes, siempre aportan algo. Y ese cambio de perspectiva nos da mucha apertura, otra mirada que, muchas veces, cuando estás en el día a día del trabajo, puede que pierdas,

¿Quién puede ser voluntario de Down Zaragoza?

No tenemos ningún requisito, más allá de lo que la ley nos exige. Desde luego que, si alguien tiene además el título de monitor de tiempo libre o alguna formación adecuada, como Magisterio, eso te da unas tablas y otra forma de entender el voluntariado. Pero, la obligación legal de tener más de 16 años, y completar un montón de documentación, es lo único que limita para poder acceder.

¿Qué compromiso de participación adquiere el voluntario?

El compromiso siempre depende de la disponibilidad de cada persona. Soy muy dada a abrir la puerta, y que la gente pierda el miedo a dar el paso de acercarse. Luego, en el tú a tú, es como nos vamos a entender. Si alguien nos expone de qué manera entiende que puede colaborar, siempre encontramos la fórmula para darle respuesta, bien de manera directa en nuestra entidad, o bien recomendándole otras que conocemos y que también tienen estas necesidades. Lo bueno de trabajar codo a codo en la Coordinadora Aragonesa del Voluntariado es que a veces que nos derivamos de unas organizaciones a otras el voluntariado cuyas necesidades no somos capaces de cubrir.

¿Qué compromiso adquiere la fundación con la persona voluntaria?

En cualquiera de las actividades en las que participe, siempre va a tener un seguro que le cubra. Además, tenemos un plan de voluntariado en el que trimestralmente realizamos una formación. A veces contratamos a alguien para que la imparta, pero otras, se generan sinergias dentro del voluntariado, o entre este y la plantilla de la entidad, y cada cual ofrece aquello que puede compartir con el resto. Al final, podemos formar o ser formados en esa pequeña familia que somos profesionales y voluntariado. Y, a cambio de echarnos una mano, este adquiere unas competencias que luego se pueden certificar a través de la plataforma Cvol del Gobierno de Aragón. A parte, los estudiantes universitarios pueden obtener créditos por participar en acciones voluntarias.

¿Tienen prevista este verano alguna actividad para la que necesiten voluntariado?

En agosto cerramos, pero en julio sí que tenemos algunas actividades variopintas y especiales, además de los talleres de promoción de la autonomía y otros relacionados con el ocio.

¿Y de cara al nuevo curso?

Hemos iniciado ya el proceso de selección para aquellas personas interesadas en convivir en una casa, de las que tenemos dentro del proyecto Llaves para la Autonomía, en el que mis compañeras trabajan para impulsar que las personas con discapacidad lleguen a vivir de manera autónoma, e incluso a independizarse. Hay diferentes experiencias: de fin de semana, una semana, un mes, un piso puente… Pero estamos preparando otra, que no es posible sin el voluntariado. Buscamos personas que quieran a convivir durante todo el próximo curso escolar, como compañeras de piso, apoyando la autonomía y el proceso de emancipación de jóvenes con discapacidad intelectual. Serán el nexo entre ellas y los profesionales de la entidad. A cambio, tendrán una serie de beneficios, como un alquiler más económico o una bonificación en la comida. Animamos a cualquier persona que quiera vivir esta experiencia a que nos contacte.

¿Han pensado en algún perfil específico?

Haremos una selección a través de entrevistas porque es importante que conozcamos a las personas candidatas detalladamente, ya que van a convivir mucho tiempo con usuarios y usuarias. Pero fácilmente podrían ser estudiantes que, en vez de compartir piso con compañeros suyos durante el curso, lo hagan con personas apoyadas por la fundación.

¿Cuál será el papel de este voluntariado?

Tendrán que organizarse, en función de los horarios de unos y otros, para que las tareas de la vida diaria salgan adelante; o sea, lo que hace cualquier conviviente en un piso. Su rol no tiene nada que ver con el de un profesional. Este programa está abierto a usuarios que ya han pasado por experiencias previas, con cierta autonomía y dominio de las actividades domésticas. En algún momento, los voluntarios pueden tener que dar algún apoyo puntual, pero su papel de puertas para adentro será más bien de mediación con los profesionales. De puertas para afuera, van a ser ese motor de cambio, esa parte que incluye en la sociedad a todas las personas con discapacidad que van a ir conociendo a lo largo de su voluntariado. Al final, lo que van a hacer es normalizar que se puede convivir y compartir experiencias, tengas o no discapacidad, ya que al final todos queremos lo mismo: independizarnos, trabajar, formarnos y conocer gente.