En el primer día del juicio contra los responsables del atentado de Hipercor, el más sangriento de la historia de ETA, los dos acusados trataron de desacreditar el proceso, en el que el fiscal Eduardo Fungairiño pide 950 años de cárcel para Santiago Arróspide, Santi Potros , como inductor de la masacre, y Rafael Caride, como autor material.

"Los responsables no están aquí, y mientras no lo hagan no aceptaré este juicio", sostuvo Caride, exmiembro del comando Barcelona de ETA. "Mi última palabra es el comunicado que hizo la banda en su momento", agregó antes de negarse a contestar preguntas. A renglón seguido, Caride tildó el proceso de "teatro", lo que motivó su expulsión de la sala.

Santi Potros , antiguo jefe de los comandos de ETA, también renunció a la última palabra. "No quiero venir ni mañana, ni pasado mañana", proclamó. Pero no fue hasta que empezó a aporrear el vidrio blindado tras el que se encontraba que provocó su expulsión.

ESTRATEGIA DE LA DEFENSA La defensa puso su empeño en tratar de eximir a los etarras de la responsabilidad del asesinato de 21 personas y las heridas de otras 45, el 19 de junio de 1987. "ETA tuvo la diligencia de avisar, pero los responsables (en referencia a la dirección de Hipercor y a las fuerzas de seguridad) decidieron no desalojar (el centro comercial)", sostuvo uno de los abogados.

El primer testigo en prestar declaración, un guardia urbano que inspeccionó Hipercor en busca de la bomba, fue el único interrogado por la defensa. Esta le cuestionó la decisión de no desalojar el almacén. El testigo aseguró que durante media hora buscaron el paquete sospechoso, pero pasada la hora anunciada por la banda para la explosión, entre las 15.30 y las 15.40, decidieron dar por concluida la búsqueda pensando que era una falsa alarma.

El resto de los testigos confirmaron los resultados de las investigaciones llevadas a cabo en 1987. En ellas se recogen todas las pruebas halladas en el piso de Barcelona donde se ocultaban los etarras.