No era el fin de fiesta de la Expo, pero podría haberlo sido. La entrega de los premios de la Oficina de Exposiciones (Bureau International des Expositions, BIE) reunió ayer en la Aljafería a un buen número de participantes internacionales y representantes institucionales en una ceremonia deslucida por el viento. Entre los 24 galardones a los mejores pabellones, los cuatro premios especiales y las medallas de honor, fueron pocos los que se quedaron sin algún reconocimiento. Así, la competición se centró, más bien, en los condecorados más aplaudidos de la velada.

Marcelino Iglesias como presidente del Gobierno de Aragón, Juan Alberto Belloch como alcalde de Zaragoza o el comisario de la Expo, Emilio Fernández Castaño, como representante del Gobierno español, fueron algunas de las autoridades que subieron al estrado a recoger su medalla. Pero también la sociedad Expoagua a través de los responsables de Operaciones y contenidos, Construcción o Protocolo, o colectivos como el de los periodistas o los voluntarios. El BIE no quiso olvidarse de ninguno de los que han hecho posible que la Expo fuese un éxito. A cambio, y debido a las exigencias del horario, pocos discursos. Solo los de Iglesias, Belloch y el propio presidente de la Oficina de Exposiciones, que se limitaron a decir "gracias" en el menor número posible de palabras. Eso sí, con entusiasmo.

El público, por su parte, no dudó en mostrar sus afinidades. Juan Alberto Belloch no pudo ni escuchar el fin de la presentación de su galardón. Los fuertes aplausos lo impidieron. Similar fue el caso del presidente de Expoagua, Roque Gistau, que recogió su premio entre una calurosa ovación, o el colectivo de voluntarios, al que los asistentes aclamaron afectuosamente en pie. Entre los representantes de los países participantes, el número fue determinante: en los grupos más numerosos, incluso se pudo ver alguna bandera para acompañar los vítores.