La visita a Aragón del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha sido breve pero intensa. A su llegada a Pradilla de Ebro, en donde ha confirmado que el viernes el Consejo de Ministros declarará todos los pueblos afectados por la riada del Ebro como zona catastrófica, una multitud de curiosos vecinos le esperaban, pero la anécdota del día la ha dado el presidente del PP de Zaragoza (y diputado en las Cortes) Ramón Celma. En medio de la marabunta, el político conservador ha sorteado a los Guardias Civiles que protegían a Sánchez para entregarle al jefe del Ejecutivo un par de botas de agua ante la sorpresa (y el cabreo) de Javier Lambán.