La Unión Europea (UE) inicia hoy una semana crucial de consultas entre los Veintisiete para salvar el nuevo Tratado de Lisboa y pactar una salida a la crisis política abierta por el no irlandés a las reformas institucionales europeas. Los ministros de Asuntos Exteriores de la UE esperan que su homólogo irlandés, Micheal Martin, les exponga hoy en Luxemburgo las posibles soluciones que contempla Dublín para superar el actual bloqueo. La crisis también constituirá el principal tema de la agenda de la cumbre europea que se celebrará en Bruselas dentro de tres días, el 19 y 20 de junio.

La estrategia perfilada de inmediato por los principales dirigentes europeos de continuar las ratificaciones del Tratado de Lisboa para aislar el no irlandés como un incidente de 862.00 votantes comenzó a sufrir durante el fin de semana el embate de las fuerzas euroescépticas británicas y checas.

Irlanda también se revolvió contra la idea de que el triunfo del no es su problema y que ella sola debe resolverlo con otro referendo.

PROBLEMA EUROPEO El primer ministro irlandés, Brian Cowen, rechazó ayer ese planteamiento de que se trata de un "problema solo de Irlanda" e insistió en que la UE también tiene que contribuir a resolver la crisis. "Quiero que Europa también intente aportar alguna solución en lugar de limitarse a sugerir que se trata de un problema solo de Irlanda", declaró Cowen.

"Si la situación se mantiene sin cambios, si no hay avances políticos, si no podemos encontrar ninguna solución, entonces obviamente este tratado no sirve", añadió Cowen. El primer ministro irlandés indicó que "no hay una respuesta rápida" y anunció que su Gobierno "no se apresurará". "Necesitamos hacer una pausa para observar qué ha ocurrido y por qué y consultar ampliamente, tanto en el país como con nuestros socios europeos", precisó Cowen. Los dirigentes políticos irlandeses consideran muy problemático y arriesgado convocar un nuevo referendo, porque temen que pueda volver a imponerse el no, lo que agravaría aún más la crisis y el aislamiento de Irlanda frente al resto de países comunitarios.

EMBESTIDA CHECA Los euroescépticos checos, encabezados por el presidente de la República, Vaclav Klaus, han aprovechado el no irlandés para reclamar el abandono del proceso de ratificación del Tratado de Lisboa. Klaus llegó a calificar el referendo irlandés como "la victoria de la libertad y de la razón sobre la burocracia europea y los proyectos elitistas artificiales". "El proyecto de Tratado de Lisboa está acabado con la decisión de los ciudadanos irlandeses y ya no es posible continuar con la ratificación", subrayó Klaus.

La ratificación parlamentaria checa está pendiente de la autorización del Tribunal Constitucional, que examina el tratado para verificar que sea compatible con la Constitución nacional. El primer ministro checo, Mirek Topolanek, más moderado que Klaus, aún no se ha pronunciado, aunque dirigentes de su partido (Democracia Cívica) se han declarado en contra de continuar la ratificación. Por el contrario, los Verdes, que forman parte de la coalición gubernamental, defienden proseguir la ratificación, mientras que los democristianos, el tercer partido de la coalición, guardan silencio.

UN TRATADO CLAVE El Tratado de Lisboa reforma las instituciones para agilizar la toma de decisiones en una UE anquilosada de 27 miembros, refuerza los derechos de los ciudadanos y amplía las competencias de la UE para hacer frente a los nuevos retos del siglo XXI.

El tratado también refuerza la capacidad de la UE de afrontar las crisis internacionales y de defender los intereses europeos en el mundo, con un responsable de la política exterior con amplios poderes y un presidente estable.