Hamás aprovechó ayer la conmemoración del vigesimoprimer aniversario de su fundación para lanzar un órdago a Israel. Desde Damasco, su jefe político, Jaled Meshal, se mostró reacio a prolongar la tregua con Israel en la franja de Gaza y su perímetro una vez se agoten este viernes sus seis meses de validez. "No renovaremos la calma después de que expire", declaró Meshal desde su exilio en Siria. Sus lugartenientes en Gaza, sin embargo, se mostraron menos taxativos.

Desde que entró en vigor el alto el fuego, acordado con la mediación egipcia el pasado 19 de junio, ambas partes lo han violado repetidamente. Hamás ha seguido lanzando cohetes sobre el sur de Israel, mientras el Ejército israelí ha continuado con las escaramuzas militares, aunque uno y otro con menor intensidad que antes de la tregua. Pero la gran frustración del Gobierno islamista de Gaza es que Israel no haya satisfecho su compromiso de aliviar el bloqueo fronterizo.

Todo lo contrario. El estrangulamiento es feroz. De los 246 camiones que entraban de media con ayuda humanitaria poco antes del acuerdo se ha pasado a 22 esta semana, según la ONU. Con cuentagotas llega también el combustible para los vehículos y la central eléctrica. Algunas de estas consideraciones llevaron ayer al primer ministro de Hamás en Gaza, Ismail Haniye, a proclamar ante miles de sus seguidores que la tregua está resultando negativa. Pero no quiso darla por muerta y se limitó a pedir a Israel que cumpla con su parte del acuerdo.

EL ´CASO SHALIT´, ESTANCADO Aunque tampoco el Gobierno hebreo está contento. Ni los cohetes palestinos han cesado del todo, ni Hamás ha reducido sus pretensiones para liberar al soldado israelí Gilad Shalit --retenido en Gaza desde hace 902 días-- a cambio de cerca de 1.500 presos palestinos.

Ante esta situación, varios ministros israelís, incluida la titular de Exteriores, Tzipi Livni, abogan por finiquitar la calma y aplastar a Hamás. Pero en contra tienen la opinión del ministro de Defensa, Ehud Barak, y la inminencia de las elecciones generales. Y es que una gran operación militar en Gaza tiene visos de saldarse con bajas militares y una lluvia incesante de cohetes sobre las poblaciones israelís fronterizas, un escenario llamado a favorecer a la oposición de derechas en los comicios de febrero.