Si las autoridades no hubieran cometido el garrafal error de hacer bajar del autobús a Leonarda durante una salida escolar, su expulsión habría pasado prácticamente inadvertida. Como la de los cerca de 30.000 inmigrantes irregulares que se reconducen cada año a la frontera francesa. Pero la "falta de discernimiento", en palabras de Hollande, de las fuerzas de seguridad, ha convertido a la familia Dibrani en un símbolo.

Un símbolo del triste destino de muchos inmigrantes de etnia gitana en Europa, pero cuya exposición mediática ha revelado también el lado oscuro de la familia. Un padre, Resar Dibrani, que reconoció ante las cámaras haber mentido sobre el origen kosovar de su esposa y sus seis hijos para obtener el asilo. Que compró, "por 50 euros en París" un certificado falso de matrimonio, que tuvo problemas con la justicia por pequeños robos y que fue acusado de violencia por su mujer e hijas, las cuales posteriormente retiraron la denuncia.

En el informe elaborado por la Inspección General de la Administación, de 24 folios, aparecen algunas de las claves que explican las reticencias de los franceses (el 65% no desea el regreso de Leonarda) y sus dudas en cuanto a su voluntad de integración de la familia. Durante más de cuatro años, el tiempo que se ha tardado en resolverse el expediente de petición de asilo, los Dibrani han vivido en una residencia de acogida del Estado y de las ayudas públicas.

El informe concluye que, en este período, el padre "no mostraba una real voluntad de integración en la sociedad francesa". Utilizando fuentes oficiales y de los comités de apoyo a los inmigrantes, constata también que se resistió a aceptar ofertas de trabajo expresando su intención de vivir de las prestaciones sociales una vez regularizada su situación.

Tan solo le faltaban dos meses para conseguirlo, quizá por ello las autoridades pecaron de precipitación al expulsar a Leonarda. El apego de la familia a la educación de sus hijos también es puesto en duda. En lo que llevaba de curso, poco más de un mes, Leonarda faltó a clase 21 días. Valls invitó ayer a la familia a "reflexionar, al margen del circo mediático".