Una periodista aragonesa viaja al corazón de Donbás

Lara Escudero relata en 'Ucrania, en resistencia. Pequeñas historias de guerra' la labor de un grupo de voluntarios que consiguen suministros a soldados del frente

Esta serie de reportajes se publicará en formato audiovisual y escrito los sábados y domingos en la web de El Periódico de Aragón

'Ucrania, en resistencia. Pequeñas historias de guerra'

Lara Escudero

Nunca he hecho esto. Jamás he escrito nada en primera persona. Al menos, en prensa. Tampoco había ido nunca a un país en guerra. Aunque siempre haya estado entre mis planes.

Mi relación con Ucrania empezó hace algún tiempo, cuando todavía compartía apuntes en la universidad. Echando la vista atrás, he de remontarme a hace más de ocho años. En el momento en que conocí a Marya. Una joven adolescente refugiada, que huía de la guerra despiadada que se libraba en su región: Donbás.

El horror del conflicto con Rusia destruía ya a su pueblo en 2014. Ella salió de su tierra, por consejo de su padre. Cuando conversé con ella, lamentaba que el foco mediático virase hacia otro lado. Las guerras cansan. Por un momento, nos atormentan la atrocidad de los conflictos y sus consecuencias. La economía. Las pérdidas humanas. Por ese orden. Tiempo después, la inmunoterapia ante lo lejano surte efecto, y el foco se aleja de las gentes.

Bombardeo a una instalación clandestina en Donbás.

Bombardeo a una instalación clandestina en Donbás. / Lara Escudero

Mientras la invasión se estructuraba entre despachos y blindados, Marya llegó a Zaragoza con lo puesto, y quiso contar su historia. Más de noventa y seis meses después, Ucrania entera se vio sumida en una agónica guerra. El veintitrés de febrero de 2022, recuerdo no haber pegado ojo. ¿Qué pasará en Ucrania? Llevábamos semanas escuchando. Analizando posibles escenarios. Hasta que aquella mañana del veinticuatro, el mundo volvió a fijar la atención en el este.

La guerra había comenzado. Durante semanas, estuvimos pendientes de las 'últimas horas'. De las magníficas crónicas de los compañeros en terreno. Ellas y ellos eran nuestros ojos. La cosa se ponía muy fea. Poco después, asistimos a una de las peores crisis de refugiados nunca antes registradas en la historia reciente. Y una ola de solidaridad, sin precedentes ―y algo hipócrita― se hizo efectiva. A todos nos tocó el corazón.

Una ola de refugiados sin precedentes

Europa abrió sus brazos a una Ucrania que sangraba. Concedimos un asilo humanitario repentino que otros pueblos llevaban años anhelando. Pero era necesario. Siempre lo es. Llegaron a Zaragoza cientos de familias desamparadas.

Tuve oportunidad de compartir momentos con varias de ellas. Hicimos amistad. Y todo brotó de golpe. Sergii, Barvara o Svetlana y su pequeño Micha pasaron meses intentando hacerse un hueco en la ciudad, a través de Cruz Roja.

"Todos luchan por la libertad, más allá de la trinchera"

Pero los trámites se hacían eternos. La respuesta de la organización, aparentemente, no estuvo a la altura, hasta el punto de que varias familias refugiadas decidieron abandonar el país. Entre ellos, Sergii, Svetlana y sus hijos. Ahora tienen una nueva vida. Un periodista no debe implicarse en demasía. O sí. Hay ciertas parcelas deontológicas de este oficio, que no dejo de plantearme, una y otra vez.

Andrei se encarga de llevar a batallones militares todo tipo de suministros.

Andrei se encarga de llevar a batallones militares todo tipo de suministros. / Lara Escudero

Pequeños relatos de grandes historias

La guerra en Ucrania se había convertido en nuestro día a día. Entonces, pude conocer la increíble labor humanitaria que llevaban a cabo Anita y Andrei en terreno. Dos civiles ucranianos que habían fundado una organización para ayudar, desde el voluntariado, a su país. Gracias a una logística perfecta, consiguen suministros de todo tipo y los entregan a hospitales y a batallones que luchan en el frente.

Decidí coger vacaciones, mi móvil y marchar para documentar su historia. De ese viaje nace 'Ucrania, en resistencia. Pequeñas historias de guerra'. Un serial de reportajes en los que trato de visibilizar, a través de microrrelatos narrados, el robusto espíritu de la sociedad ucraniana y sus gentes.

La sociedad ucrania trata de volver a la normalidad aunque sean tiempos de guerra.

La bandera ucraniana se ha convertido en algo más que un símbolo. / Lara Escudero

Pequeños. Jóvenes. Mayores. Todos luchan por la libertad, más allá de la trinchera. En estas entregas, podrán conocer a Marina, una peluquera que, con sus manos ―y su sueldo―, ha elaborado ya 10.000 cinturones de sujeción para fusiles.

También les presentaré a los niños de un colegio que fabrican velas y candiles para que las tropas tengan luz en las trincheras. O a Ivan, un soldado reclutado que lidera ahora un batallón especial, que capturó a un efectivo de la Wagner.

Instalación clandestina en Donbás.

Militares ucranianos reconocen un terreno bombardeado. / Lara Escudero

Por supuesto, les invito a que nos acompañen a Anita, a Andrei y a mí en un viaje por Donbás. Visitamos distintas localidades próximas al frente de Bakhmut, como Kramatorsk, Kostiantynivka o Sloviansk. Llegamos hasta allí para entregar material táctico, de combate, comida y medicinas a distintas unidades de las fuerzas armadas ucranianas. Si me lo permiten, les cuento todo en los próximos capítulos