Sesión parlamentaria anual

China busca recetas contra la economía declinante y para aumentar la confianza del pueblo

Cuando los signos inquietantes se amontonan, urge tanto encontrar las recetas como subir la moral

China busca recetas contra la economía declinante y para aumentar la confianza del pueblo.

China busca recetas contra la economía declinante y para aumentar la confianza del pueblo. / EFE

Adrián Foncillas

Sobre la confianza frente al oleaje girará la sesión parlamentaria anual que empieza el lunes en China, más inclinada que nunca a los quehaceres económicos. Las alusiones a las incertidumbres siempre abundaron en la Asamblea Nacional Popular o 'lianghui', incluso en aquellos días esplendorosos. Ahora, cuando los signos inquietantes se amontonan, urge tanto encontrar las recetas como subir la moral.

Unos 3.000 delegados de todo el país se juntarán durante una semana larga en el Gran Palacio del Pueblo, en la orilla oeste de la plaza Tiananmén, para tomarle el pulso al país y aprobar por unanimidad todo lo que le envíe el Gobierno. Es la máxima expresión de esa "democracia de consenso" que reivindica China frente al guirigay paralizante de Occidente. Empezará con el discurso del primer ministro, Li Qiang, que pormenorizará lo hecho en el pasado ejercicio, levantará acta sobre los resultados y adelantará las directrices futuras. En ese tercer capítulo de la homilía, salpicada por los sincopados aplausos de la audiencia, se desvelarán giros estratégicos que, en cualquier caso, serán sutiles porque los bruscos se reservan a los plenos del Partido Comunista de China.

La Asamblea llega cuando el mundo, otra vez, anuncia un drama inminente. El cuadro económico es, en efecto, preocupanteEnvejece la población porque los jóvenes ignoran las súplicas gubernamentales de procrear, sube tanto el paro juvenil que ya no se dan las cifras, bajaron las exportaciones por primera vez en siete años, la inversión extranjera encuentra alternativas en la India o Vietnam, no despega el consumo interno que debía jubilar el patrón de fábrica global y el sector inmobiliario ha pasado de liderar el crecimiento a torpedearlo.

Peligro de desórdenes sociales

Concentraba un tercio del PIB nacional y ahora llegan a tribunales hongkoneses peticiones de liquidación de promotoras, el precio del ladrillo en las grandes ciudades cae sin pausa y millones de viviendas vendidas sólo existen en el plano. El peligro de desórdenes sociales ha empujado al Gobierno a concederles préstamos para que, al menos, terminen los proyectos apalabrados.

No son cuestiones livianas pero el colapso es descartable. Es probable que China fije un objetivo anual de crecimiento económico del 5% y los pronósticos más pesimistas aseguran que aún logrará un 4,5 % en los próximos tres años. Es el doble del que alcanzará Estados Unidos. En el juicio derrotista influye la memoria (China epataba al mundo no hace tanto tiempo con crecimientos de doble dígito) y los anhelos (confiaba en un rebote post-coronavirus que no ha llegado). A los aprietos respondía antes China con paquidérmicos paquetes de estímulo que multiplicaban las infraestructuras, aseguraban el empleo y hacían correr el capital. Así vadeaba la crisis pero disparaba la deuda de gobiernos locales hasta lo inasumible. El cuadro actual recomienda medidas quirúrgicas.

A la economía se suman los retos geopolíticos. Los taiwaneses acaban de dar un tercer mandato consecutivo e inédito al Partido Democrático Progresista, de raíz independentista, y por la esquina ya asoma de nuevo Donald Trump. Pekín y Washington se han dado un respiro tras meses convulsos pero el clima saltará por los aires en cuanto se acerquen las elecciones presidenciales.

No hay novedades en el plano político interno. Xi Jinpingcontinúa como alfa y omega del partido. Tampoco las destituciones de dos de sus ministros han mitigado su autoridad. El único cambio llega en el protocolo: este año, rompiendo dos décadas de tradición, la Asamblea no concluirá con la rueda de prensa del primer ministro. Era una rara ocasión para que disfrutara de los focos y se relacionara con los periodistas extranjeros. Pero el tsunami Xi ha jibarizado la figura del primer ministro, al que se le solía encargar el timón económico, ya sea Li Qiang o el recientemente fallecido Li Keqiang.