El historiador de Epila, Pedro J. López Correas, ha presentado su último trabajo donde se profundiza en la figura del Conde de Aranda y su peso en la sociedad de la época tras una primera aproximación realizada en un trabajo de 1998, fecha de celebración del bicentenario de la muerte de esta figura.

La aportación de Pedro López a este primer trabajo fue el testamento del Conde, documento inédito hasta entonces que el historiador encontró casualmente en el archivo notarial de La Almunia. A partir de aquí comienza la profundización en esta "figura de primer orden" ampliando este testamento con la biografía del Conde y su relación con los vasallos del Señorío de Aranda desde que, al final de su vida, estableció su residencia en el Palacio de Epila.

"Para mí era una persona muy obediente con sus superiores. Ante todo quería ser militar, pero se pasó la mayor parte de su vida como embajador y consejero político, sólo estuvo en la guerra de Portugal. Tenía una personalidad muy fuerte y defendía su postura con mucha vehemencia", explica el autor sobre la mala fama que la historia ha dado a este personaje. La expulsión de los jesuítas ha sido una de las causas de esta fama porque él asumió este papel en referencia a su señorío. El historiador también considera esta postura coherente con su obediencia a los superiores porque "si le hubieran mandado ir contra su familia, lo hubiera hecho".

Al final de su vida llegó con su segunda esposa a Epila donde asumió un papel "muy paternalista con sus vasallos", afirma el autor del libro. Esta localidad era la capital administrativa de su señorío, donde tenía el palacio y la Torre de Maleca, en las proximidades de Epila, como zona de recreo.

Desde aquí dirigió sus dominios, desde Huesca a Castellón, y colaboró en la construcción del Canal Imperial de Aragón aportando piedra de sus canteras de Urrea. Sin embargo, sus aspiraciones profesionales quedaron frustadas, algo similar a lo que ocurrió en todos los órdenes de su vida. "Perdió a su primera esposa, a sus tres hijos y a su único nieto; no pudo desarrollar su carrera militar, siendo coronel con 21 años y capitán general con 44, y además, en el final de su vida fue desterrado sin que ese servicio valiera para nada", explicaba el autor.

Aun así, en esta época mantuvo todo su poder en sus señoríos de Huesca y Zaragoza. Teruel tampoco escapaba a su influencia ya que a través de la fábrica de cerámica que dirigía en Alcora, Castellón, proporcionaba trabajo a los turolenses.

Pedro López Correas es uno de los coautores de la publicación sobre Valdejalón que próximamente saldrá a la luz de la mano de la DGA. Este trabajo está coordinado por el historiador epilense Manuel Ballarín y supone un recorrido cronológico por la comarca. De su participación en el proyecto destaca que es "un trabajo de equilibrio" porque se debía crear una igualdad en el espacio destinado a cada punto geográfico y encontrar un "nexo de unión entre ellos".

P. LONGARES